LA opinión
El tarro de las pestilencias
Carlos Arévalo Nonclercq
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:14h
Se prohíbe la fiesta del jamón, por ser ibérico, pero se blinda la butifarra. No se sorprendan, visto lo visto, noticias como esta son perfectamente factibles. Y no sólo en la “progresista” Cataluña. Su Parlamento -qué manía llamarlo Parlament fuera de su comunidad- ha decidido blindar los llamados correbous: toros embolados, toros de fuego y ensogados…
Me parece normal que los pueblos que celebran sus fiestas las animen con los entretenimientos o manifestaciones culturales que quieran. No así la injerencia y arbitrariedad política en relación a las mismas. Blindar los Toros de la calle -llamemos a las cosas por su nombre-, por ser una tradición catalana y prohibir las corridas de toros, pone en solfa el criterio moral del que tanto alardean algunos representantes del Parlamento de Cataluña, y evidencia que detrás de este posicionamiento lo único que hay es un deseo de reivindicación nacionalista. Blindan los Toros de la calle, atribuyendo a una manifestación muy popular en muchos lugares de España un carácter tradicionalmente catalán, y prohíben las corridas por sentirlas como algo importado de fuera. Seamos serios, lo de la muerte de los toros, la valoración moral de todo esto y las consecuencias que para un sector profesional y de población tiene su intervencionismo, les importa un cuerno. Su única pretensión es minar el terreno para sacar algún rédito político y arañar así los votos que no consiguen en el cumplimiento de lo que debiera ser su principal obligación: trabajar para la ciudadanía que les paga. A este juego estúpido se dedica ahora también la Trini en Madrid. Un día asiste a una corrida en Sanse y al otro le da pábulo a la asociación que quiere plantear la prohibición de los toros en la Comunidad. A lo mejor pronto la vemos de tonadillera, bailando un chotis, cantando unas coplillas o prohibiendo barquillos y azucarillos a los niños. Todo en papel couché, en rotativas o en la caja que atonta, en unas televisiones sobre cuya programación taurina pende ahora una nueva amenaza de censura. Porque a instancias de un miembro de la Asociación Parlamentaria en Defensa del Derecho de los Animales, el Gobierno español se ha visto “obligado” a admitir un próximo debate en el senado -y venga debaaaaates- centrado en la prohibición de retransmisiones o cualquier otra programación taurina. Esto apesta. Puestos a prohibir, que prohíban el paro, carajo. ◆