Para el detalle monumental de los dos primeros meses del año, la Concejalía de Turismo ha escogido a dos de los escultores más relevantes en su especialidad y que han tenido una relación muy significativa con Guadalajara.
Si el detalle monumental de enero se centró en la figura y en la obra del universal escultor alcarreño José de Creeft, el mes de febrero va a tener como protagonista a otro escultor, Ángel García Díez, autor del grupo escultórico más importante de nuestra ciudad: el conjunto mortuorio del Panteón de la Condesa de la Vega del Pozo.
Ángel García Díez, nacido en Madrid en diciembre de 1873, es a día de hoy, uno de los artistas de principios del siglo XX más desconocidos para el gran público, aunque en su tiempo fue considerado por los críticos de la época como “uno de los escultores más insignes”.
Estudió en la Academia de San Fernando y trabajó como aprendiz en el taller de otro de los grandes escultores de la época, el madrileño Ricardo Bellver, autor de la famosa escultura del “Ángel Caído”, del no menos famoso parque de El Retiro. Completó su formación en Roma y en París.
Colaboró y trabajó con los grandes arquitectos de su tiempo, entre otros, Antonio Palacios, Julio Martínez Zapata y Ricardo Velázquez Bosco. Fruto de la colaboración con este último destacan sus relieves y esculturas en edificios tan singulares como el Ministerio de Agricultura, la Escuela de Minas de Madrid, o el escudo de la fachada de la Escuela de Mandos del Ejército.
Ya en Guadalajara, y de la mano también de Velázquez Bosco, Ángel García Díez dejó para la posteridad uno de los grupos más espectaculares de la escultura “simbólica y romántica”, el citado del Panteón de la Condesa de la Vega del Pozo. Una de las piezas angelicales de este impresionante conjunto fue premiada en la Exposición Nacional de 1920.
Su obra se puede admirar también en el edificio central de la Fundación San Diego de Alcalá, hoy colegio de Adoratrices de Guadalajara; en el tímpano de la antigua iglesia de San Sebastián, actual colegio de los Maristas; o en la fachada del actual Liceo Caracense que da a la calle Teniente Figueroa.
Los aspectos más significativos de la vida de este artista, sus obras, su fructífera relación con la arquitectura y grandiosidad de su trabajo, serán el argumento principal del detalle monumental del próximo mes de febrero.