Un reciente descubrimiento por parte de un equipo de investigadores liderado por Analia Bortolozzi, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona, ha revelado un patrón molecular que se encuentra alterado en diversas enfermedades, incluyendo el párkinson, la depresión y la disfunción intestinal. Este avance, publicado en la revista Journal of Neuroinflammation, sugiere que existe un proceso interconectado entre el cerebro y el intestino, lo que podría facilitar un diagnóstico más temprano y una intervención más efectiva para los pacientes afectados por este trastorno neurológico progresivo.
Investigaciones previas han establecido una relación entre la acumulación anómala de una proteína llamada alfa-sinucleína en las neuronas y el desarrollo de la enfermedad de Parkinson. Este fenómeno no solo ocurre en el cerebro, sino también en el sistema nervioso entérico, responsable de regular las funciones digestivas. Además, se ha vinculado esta acumulación con episodios depresivos, especialmente en las fases iniciales del párkinson, dado que afecta a las neuronas productoras de serotonina, un neurotransmisor esencial para el bienestar emocional.
Un hallazgo significativo
En este estudio colaborativo del área CIBER del Salud Mental (CIBERSAM), los investigadores han identificado alteraciones en tres microRNA específicos en muestras post-mortem del cerebro de pacientes con párkinson y trastornos depresivos. Este patrón ya había sido observado anteriormente en individuos con enfermedades intestinales inflamatorias.
Además, mediante experimentos realizados en modelos murinos, se ha demostrado que esta desregulación de los microRNA genera estados proinflamatorios en el intestino y se asocia con un aumento notable en la expresión de marcadores inflamatorios.
“La aportación clave del estudio es que se identifica este eje específico de inflamación como un mecanismo común que conecta la fisiopatología del párkinson, la depresión y la disfunción intestinal”, explica Bortolozzi.
Evidencias sobre el eje intestino-cerebro
El descubrimiento proporciona evidencia directa de un proceso patológico paralelo que abarca el eje intestino-cerebro, sugiriendo un bucle inflamatorio bidireccional. Los investigadores subrayan que los síntomas gastrointestinales suelen preceder a los motores por varios años, aunque no todos los pacientes siguen este patrón.
“La base de nuestro estudio radica en la alta correlación clínica observada: más del 80% de los pacientes con párkinson presenta trastornos gastrointestinales”, añade Bortolozzi. Se estima que hasta un 88.9% puede experimentar estos problemas durante las primeras etapas de la enfermedad.
Una implicación crucial de esta investigación es el potencial uso del patrón de microRNA como biomarcador para mejorar la detección temprana del párkinson. Dado que estas alteraciones también se encuentran en tejido intestinal de modelos animales, “analizarlos a través de biopsias intestinales en pacientes vivos representa una extensión lógica y relevante”, concluye Bortolozzi.
“Los microRNA son prometedores como biomarcadores para detectar el párkinson debido a su estabilidad en fluidos corporales y su accesibilidad”, destaca Bortolozzi, enfatizando su capacidad para diferenciar entre pacientes con párkinson y controles sanos para lograr diagnósticos más precoces.
Este estudio ha contado con la colaboración inicial de Lluis Miquel Rio y Judith Jericó-Escolar, ambos pertenecientes al IIBB-CSIC y CIBERSAM. También participaron equipos de varias universidades españolas y centros médicos relevantes.
Referencia:
Miquel-Rio L, Jericó-Escolar J, Yanes-Castilla C, Sarriés-Serrano U, Paz V, Callado LF, Meana JJ, Bortolozzi A. A molecular convergence in the triad of parkinson’s disease, depressive disorder and gut health is revealed by the inflammation-miRNA axis. Journal of Neuroinflammation. DOI: 10.1186/s12974-025-03608