El Getafe se llevó sin merecerlo los tres puntos ante un voluntarioso Deportivo

A pesar del cambio repentino de técnico durante la semana pasada, el Deportivo Guadalajara no fue capaz de regresar a la senda de la victoria, trayéndose a tierras alcarreñas una nueva derrota, en este caso, en favor de un Getafe B que aprovechó acertadamente la única ocasión realmente clara que tuvo a lo largo del encuentro.

Los 150 aficionados morados, desplazados a la Ciudad Deportiva del Getafe, pudieron comprobar en sus propias carnes, una vez más, cómo a veces el fútbol es injusto y no premia al que más lo merece o propone dentro de un terreno de juego. El conjunto visitante comenzó el duelo de la mejor manera, orden defensiva (eso, afortunadamente no ha cambiado), desequilibrio por ambas bandas (sobre todo por el lateral izquierdo, con un Ernesto omnipresente) y dinamismo a la hora de mover el balón. En el primer once que puso en liza Carlos Terrazas, la disposición fue la esperada. Hasta cinco cambios realizó el vasco con respecto a partidos anteriores. Quesada, volvió a ser de la partida en el centro de la zaga, Antonio Moreno parece que ha vuelto a asentarse en el lateral diestro, mientras que Javi Barral ocupó el flanco izquierdo, desterrando al banquillo a David Fernández. Cuesta se hizo el amo del centro del campo y Míchel recuperaba el lugar que le pertenecía en la avanzadilla ofensiva, en detrimento de Nico, quien gozaría de algunos minutos en el tramo final de partido. Por esos derroteros transcurrió la primera mitad, en la que, como jugadas más importantes, tenemos que destacar un disparo peligroso de Ernesto y un remate al poste de Jorge. Buenos primeros 45 minutos para un Depor que mereció más.

Tras la reanudación, el conjunto morado dispuso de la mejor ocasión en las botas de un desasistido Juanjo, que en el uno contra uno no fue capaz de batir a Gonzalo. El partido fue bajando en intensidad, hasta que en el minuto 64 y tras una jugada puntual de Gorka Unda (exDepor), Bedoya se encargaría de subir el 1-0 al marcador que a la postre sería definitivo.

Texto: Juan Adarve