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Una familia de Yunquera, destrozada por supuestas negligencias médicas

Francisco Javier Merino se muestra impotente ante los informes clínicos de su mujer e hijo.
Francisco Javier Merino se muestra impotente ante los informes clínicos de su mujer e hijo.

En 2006, Asunción acudió a urgencias con un hormigueo en la cara. Le administraron corticoides, incompatibles con la diabetes de la que estaba diagnosticada hacía tiempo

Por CRISTINA TOLEDANO
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CTOLEDANOGUADANEWSES/9/9/19
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:14h

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Francisco Javier Merino ha decido no guardar silencio por más tiempo y alzar la voz para denunciar públicamente la situación que su familia lleva viviendo desde hace cuatro años. Hace pocos días acudió a los platós de Televisión Guadalajara para contar su historia, que impactó a los telespectadores.
Guadanews se ha trasladado a Yunquera de Henares para conocer en primera persona la situación en que vive esta familia.

Todo comenzó en noviembre de 2006. Asunción Simón sintió un hormigueo en la cara y acudió al servicio de Urgencias del Hospital de Guadalajara. Allí dieron poca importancia al caso, que consideraron parecido a “un dolor de muelas”. Recetaron a la paciente Prednisona y la recomendaron efectuar ejercicios con la cara. Pocos días después, mientras Asunción pasaba el día en el campo, cogiendo níscalos, comenzó a sentir cómo el brazo perdía su fuerza y tenía dificultades para hablar. Cuando llegó junto a su marido al hospital, Susi, como la conocen familiarmente, era incapaz de mantenerse en pie. Colérico e impotente, Francisco Javier agarró a uno de los médicos diciéndole: “No se esfuerce en diagnósticos; mi mujer tiene una trombosis en toda regla”. Según la familia, la incorrecta administración de corticoides le provocaron a Asunción una serie de accidentes cerebrovasculares de consecuencias irreversibles. Convencidos de que tienen razón, han puesto el caso en manos de su abogado y están dispuestos a llegar hasta el final para conseguir una indemnización y lo más importante: que el facultativo que cometió el supuesto error abandone el ejercicio de la Medicina. Asunción afirma, con voz triste, que esta supuesta negligencia médica le ha cambiado la vida por completo, ya que ahora no puede salir de casa sola y se fatiga con facilidad: “Lo peor es cuando me baja el azúcar, ya que me quedo prácticamente inconsciente. Necesito ayuda las 24 horas. “
Drama familiar
Francisco Javier era responsable de una empresa con 74 obreros a su cargo. Su mujer permaneció hospitalizada durante un mes, por lo que Francisco descuidó sus quehaceres profesionales. Debía cuidar de Asunción y asumir las funciones de padre de dos niños. Dos meses después del episodio, tuvo que cerrar su empresa. A casa volvió una mujer parcialmente recuperada, pero dependiente. Poco a poco, fue recuperando la movilidad en piernas y brazos y volvió a hablar. Durante un año, acudió a rehabilitación, pero hace ya tiempo que dejó de ir. “La mayor ayuda ha sido la de mi marido y mis hijos. Siento pena porque mis pequeños se han quedado sin juventud debido a mi problema. Me han ayudado mucho”, afirma Asunción.

De hecho, uno de ellos recibe la prestación del Gobierno como cuidador de su madre, que de acuerdo a la última valoración presenta un grado de discapacidad del 69%, con un baremo de dificultad de la movilidad de siete puntos. Hoy por hoy, nadie trabaja en esta familia, han tenido que rehipotecar la casa y las deudas empiezan a preocupar a Francisco Javier.
Más desgracias
Por si lo anterior no fuera suficiente, otra supuesta negliglencia en el Hospital Universitario ha mermado la visión de uno de los hijos de la familia, Cristian Merino, que acudió al hospital tras haberse clavado una espina de un rosal en un ojo. En una primera visita, se le practicaron tres puntos de sutura a nivel superficial, pero la cosa fue empeorando progresivamente cada día que pasaba. Dos meses después fue remitido al centro de referencia en Oftalmología, la Mancha Centro, en Alcázar de San Juan, con un desprendimiento de retina y catarata por traumatismo. La pregunta que se hacen los padres es porqué no detectaron este problema desde el principio en Guadalajara, cuando una intervención efectiva tras el accidente podría haber solucionado la situación. Cristian ha perdido un 60% de visión, algo que probablemente le pondrá las cosas más difíciles cuando intente conseguir trabajo: “No quiero que mi hijo termine vendiendo cupones. Tenemos que agradecer inmensamente su labor al doctor Fernando González del Valle, que fue el único que se hizo cargo del ojo de mi hijo. También hemos de agradecer al doctor Yusta del Hospital Universitario lo que ha hecho con mi mujer”, afirma Francisco Javier.

Texto: Cristina Toledano
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