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El 4º Andariego de Cabanillas reúne a más de 120 personas paseando entre árboles e historias
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El 4º Andariego de Cabanillas reúne a más de 120 personas paseando entre árboles e historias

Por REDACCION
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redaccionguadanewses/9/9/19
domingo 27 de octubre de 2019, 08:19h

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Más de 120 personas participaron este sábado 26 de octubre en la celebración del IV Andariego, la revista caminada de Cabanillas del Campo; una actividad de narración oral que organizan la Concejalía de Cultura y la Biblioteca Municipal, que coordina el escritor y narrador Pep Bruno, y que consiste en un paseo por rincones del municipio, en los que se realizan paradas para contar cuentos y explicar el pasado de la localidad.

La edición 2019 de esta actividad tenía como eje central el tema de "Los Árboles", e involucró a una docena de voluntarios y voluntarias, que fueron los encargados de hacer de "informantes" y "cuentacuentos" en cada uno de los rincones elegidos este año para una de las actividades culturales más peculiares, originales y bellas de cuantas se celebran en Cabanillas del Campo.

Comenzaba la cita a las 11 de la mañana en la Plaza de la Iglesia. Allí, la directora de la Biblioteca, Pilar de Isidro; y el coordinador del Andariego, Pep Bruno, daban la bienvenida a los participantes, y explicaban someramente el funcionamiento de la actividad. También estuvieron presentes en la cita, en representación del Ayuntamiento, los dos concejales encargados del área de Cultura, Manuel Gallego y Rosa María García, y el primer teniente de alcalde, Luis Blanco.


Un paseo desde la Iglesia al Soti.-

La presidenta de la Asociación de Mujeres La Campiña, Julia Moratilla, era la encargada de ofrecer las primeras explicaciones en esta primera parada, contando la historia de un portentoso árbol, una acacia ya desaparecida, que presidió la Plaza de la Iglesia hasta los años 70. Moratilla explicó ambién cómo era el lugar en los años 40 y 50, la historia de una fuente que se construyó y luego se eliminó, y anécdotas curiosas, como el hecho de que parte del pavimento estaba construido con lápidas de mármol de tumbas de la Iglesia, que se reutilizaron para solarlo dándoles la vuelta.

Tras Moratilla, la narradora Victoria Espada era la primera cuentista de la mañana, y narró "El árbol generoso", un cuento de Shel Silverstin, que narra la historia vital de un niño y un árbol que se hicieron amigos y crecieron juntos, con el árbol ofreciéndole aquello que necesitaba en cada momento de su vida.

Tras esta primera cita, el grupo se encaminó a la segunda parada, en la Plaza de los Rosales; aunque de camino hubo un breve alto en la calle Alférez Verda para ver y explicar la historia de un cedro, el más alto del pueblo, que se divisa desde el lugar y es de una huerta particular. Una vez en Los Rosales, tocaba contar la historia de un portentoso ejemplar de Ailanto, centenario, que preside la coqueta plaza en una de sus esquinas.

Para ello la "informante" fue la maestra de Cabanillas Mariaje Paniagua, quien explicó que se trata de un árbol centenario, a pesar de que es una especie que no suele superar los 50 años de vida. Paniagua se acompañó de uno de los vecinos de la plaza, el señor Pedro, de los más ancianos de la localidad, que fue quien le explicó algunas de las cuestiones del pasado de esa misma zona. Además, la docente también comentó cómo en su investigación había conseguido saber que en Cabanillas se celebró por primera vez el Día del Árbol el 13 de mayo de 1915, e incluso leyó una crónica de un periódico antiguo, "La Palanca", que daba cuenta de una de estas actividades que se organizaban desde las Escuelas.

Tras su explicación, el cuento de esta segunda parada corría a cargo de la narradora local Ángeles Maestre, quien contó una preciosa historia, "Jaime y las bellotas", original de Tim Bowley, y que también se centra en la vida de un niño hasta ser anciano, y su perseverancia plantando bellotas para conseguir convertirlas en robles.

Tras Los Rosales, el Andariego se dirigió a la Plaza del Lavadero, un histórico rincón del municipio junto al Arroyo Cabanillas, ahora canalizado, donde se encontraba precisamente el lavadero en el que las mujeres iban a limpiar y tender la ropa de casa, hasta que se extendió el uso de las lavadoras. Allí fue Goyo Lozano, trabajador de la Biblioteca Municipal, el encargado de contar la importancia del lugar. Lo hizo a la sombra de un magnífico ejemplar de platanero, de unos 90 años de vida, que preside la plaza. Y explicó cómo este árbol, así como dos hermanos menores de 30 años, se plantaron en su día como parapetos para evitar los desbordes del arroyo, en tiempos en los que este llevaba muchísima más agua que en la actualidad.

También contó la historia del propio arroyo, de las arboledas que crecen en sus márgenes en el extremo del municipio, o como en los años 60 llegó a desbordarse de su cauce, provocando una recordada inundación en las zonas bajas del pueblo. Finalmente, Lozano también repartió una bonita poesía dedicada a la plaza, y escrita hace algunos años por la vecina Consuelo Celada: "Aquí los trabajos fueron / de agua, jabón y telas. Lavadero de mueres / entre canciones y penas", dice en una de sus estrofas.

Tras la explicación de Goyo Lozano, la narradora Gema Maximiliano contó un nuevo cuento, "El gato en el árbol", un magnífico relato infantil de Pablo Albo que explica la historia de un gato que trepa a un árbol huyendo de un perro, y cómo luego no es capaz de bajar. Los que pasan junto al árbol van trepando con intención de ayudar, complicándose cada vez más la historia.

La cuarta parada andariega fue en la Glorieta Mariano Pozo, frente a las antiguas Escuelas. Allí, el vecino Javier Solano explicó la historia de los árboles de la plaza, fijándose especialmente en las moreras del interior del que hoy es jardín del Centro de la Mujer. Solano contó que estas moreras llegaron a las Escuelas porque el colegio de Cabanillas, en el año 1929, fue uno de los cien centros escolares de España donde se implementó un proyecto piloto de cría de gusanos de seda como actividad educativa, a cargo de quien entonces era maestro del pueblo, León Gil.

Tras Solano, la narradora Cheles López contaba el cuarto cuento de la mañana, "El príncipe de los enredos", un texto de Roberto Aliaga que narra la historia de un cuervo que malmete a las hojas, las raíces y el tronco de un árbol, para que todos dejen de hacer su función, provocando la muerte del ejemplar por su interés particular.

Antes de la quinta parada, la expedición se detuvo de nuevo brevemente en la calle Benalaque, cerca de la Plaza del Pueblo, para hablar de cuatro ejemplares de cipreses recientemente talados de un jardín particular. El propio dueño de la vivienda se sumó a la actividad, y contó con pena cómo las coníferas taladas habían alcanzado los 35 metros de altura, y amenazaban con caer sobre su casa, además de estar destrozando las canalizaciones internas de la casa, lo que obligó a su sacrificio. Hoy quedan como recuerdo cuatro hermosos troncos con los que, dijo, instalará un cenador.

La quinta parada fue en la calle Joaquín Turina, en el "Parque del Soti", donde se encuentran muchos ejemplares distintos de árboles ornamentales, característicos de la jardinería de los parques del municipio que se desarrollaron en los años en que Cabanillas comenzó a crecer, exponencialmente, la década de los 90. Allí fue Juan Cuevas, todo un experto en botánica (es el propietario del vivero Botanie) quien, a la sombra de un magnífico nogal, explicó las especies que se pusieron en el municipio cuando se produjo su gran desarrollo urbano, y ofreció un dato que sorprendió a muchos de los presentes: Cabanillas del Campo es el pueblo de Castilla-La Mancha con mayor número de árboles por habitante, en una proporción de 1/1, lo que implica que hay más de 10.000 ejemplares en el casco urbano de la localidad.

Tras Cuevas, la última de las narradoras, Concha Soria, contaba el cuento "Del otro lado del árbol", un espectacular álbum de la ilustradora franco-iraní Mandana Sadat, en el que el cuento está relatado sólo en imágenes, por lo que es cada lector (o en este caso narrador) quien cuenta la historia y le pone la letra. En este caso, la historia de una niña, una bruja y un árbol.

Finalmente, tras las cinco paradas, el Andariego de Cabanillas culminaba su cuarta edición en los jardines de la Biblioteca. Allí la Asociación de Mujeres La Campiña obsequió a los participantes con una degustación de castañas asadas, y presentó una exposición de frutos de otoño, con algunas setas, membrillos, manzanas y granadas. El coordinador de la actividad, Pep Bruno, agradeció a todas las personas que colaboran en la organización de la revista caminada, y conminó al público a participar de nuevo en la próxima edición, ya en el otoño de 2020.

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