Un auténtico ‘thriller’ político, con tintes de novela negra, ambientado en Shangai

Por lo que se ve, los jueces chinos pueden condenar a muerte hasta por 68 motivos, la mayoría de las ejecuciones son por delitos violentos como crímenes y robos, pero también se castiga con la pena capital el tráfico de drogas y la corrupción. La Asamblea Nacional está estudiando dejar de ser castigados con la pena capital,” las actividades fraudulentas con facturas y letras de crédito , la falsificación de recibos para evadir impuestos, el contrabando de objetos de arte, especies protegidas y metales preciosos como el oro y la plata”. Por una cuestión de “humanidad”, el gobierno chino está implantando la inyección letal en lugar del tradicional tiro en la nuca.

El primer ciudadano, es un claro ejemplo de la clásica novela de intriga, que se adentra en las complejas estructuras sociales y políticas de la China actual. Una sociedad que se debate entre la tradición de un régimen dictatorial comunista y una modernidad marcada por las prácticas capitalistas, no en vano este año alcanzará un nivel del crecimiento económico cercano al un10,5%, desbancando a Japón como segunda potencia mundial.

Con un estilo muy descriptivo, y utilizando topónimos que familiarizan al lector con expresiones coloquiales y cotidianas de la vida social china,el autor nos hace sentir los colores, sabores y ruidos del Shanghai, sórdido y corrupto, que se está preparando para las Olimpiadas del 2008.

La trama se inicia en las obras de uno de los estadios olímpicos de Shanghai, donde unos policías obligan a una joven a desnudarse, y hacerla correr en una competición de atletismo. Es violada, acuchillada y dejada por muerta por los policías, servidores del Estado. Lo único que recuerda la maltrecha joven es que uno de los agresores, tenía marcas de viruela en la cara. A partir de este momento, entra en acción el inspector jefe Sun Piao, un policía incorruptible y algo cínico, que se ve ayudado en sus pesquisas, por el voluminoso y malhablado Yaobang (se acuerdan ustedes del famoso Biscuter de Vázquez Montalbán?).

El británico Andy Oakes, después de haber vivido 18 meses en China, nos sorprende con este nuevo relato, que se constituye como un auténtico thriller político, envuelto un una trama tortuosa de asesinatos de prostitutas, cuya investigacion va a alimentar las guerras entre las nuevas y viejas camarillas del poder, con una final inimaginable.

Este autor, en el año 2004, consiguió el Premio Europeo de Crimen y Misterio, con Ojos de Dragón, un relato espeluznante sobre el tráfico de trasplantes de órganos humanos. No se lo pierdan y que lo disfruten.

Por su interés y actualidad, extracto un fragmento del Capítulo 12: “Lo que de verdad cuenta en el Mundo es la escrupulosidad,y el Partido Comunista de la Repúbica Popular China es especialmente cuidadoso con la escrupulosidad” Presidene Mao, Moscú, 17 de noviembre de 1957.

República Popular China.

56 millones de usuarios de Internet.

17 millones de usuarios de ordenadores conectados a Internet.

250.000 páginas web en chino
200.000 cibercafés…
Muchos abiertos las 24 horas del día...

Muchos con 1.000 ordenadores conectados a Internet.

Es tanta la avidez…
Es tanta la avidez que todos los proveedores de servicios a Internet tienen que instalar un software especial. Registrar todos los mensajes enviados y recibidos.Los mensajes que transgredan cualquier ley, se informarán de ellos y se pasarán a tres agencias gubernamentales.

Es tanta la avidez…
Es tanta la avidez que todos los proveedores de servicios a Internet han firmado un compromiso con 31 artículos para fomentar la “autodisciplina”
Es tanta la avidez…
Es tanta la avidez que se han promulgado sesenta conjuntos de estrictas reglas para controlar los cafés con Internet, impuestas por ocho ministerios, dirigidos por el Ministerio de Seguridad Pública. Un local debe estar cerrado entre las doce de la noche y las ocho de la mañana. Un local no puede estar situado a menos de doscientos metros de un colegio.Un local debe comprobar los documentos de identificación de sus clientes antes del uso del ordenador. Un local no debe permitir a sus clientes el acceso a material “subversivo”.

En todos los cibercafés hay “vigilantes” de empleados. Miran por encima de los hombros. Controlan a cada usuario de Internet. A qué tienen acceso. Qué envían. Qué abren.

Es tanta la avidez…

Texto: Lord Charles Albert