Morillejo celebró La Inmaculada con actividades para todos los públicos

Voló alto el cohete anunciador del chupinazo, lanzado desde la balconada del edificio municipal remodelado que alberga algunos de los actos de las fiestas, sobre todo en las de invierno. Después de su explosión, como queriendo llegar a las Tetas de Viana, bien visibles desde casi cualquier punto de la localidad, comenzó un nutrido programa de diferentes actividades que se prolongaron hasta el domingo. El viernes, los niños fueron los protagonistas. Propuestas como talleres de reciclaje y medio ambiente, y un mini-festival de circo, encandilaron a los más pequeños.

A mediodía, todos los vecinos pudieron degustar una comida tradicional, a base de torreznos y migas, que había organizado y preparado la Asociación de Amigos de Morillejo. La noche del viernes concluía con un baile con orquesta y la tradicional charanga del aguardiente.

El sábado y el domingo hubo actos religiosos en honor a la Virgen de La Inmaculada, así como la tradicional misa en la Ermita de Jerusalén. Alumnos de Música y Danza de la Escuela Provincial de Folklore de la Diputación de Guadalajara ofreció un recital, con un programa repasó las danzas de Molina (palos y espadas), una polka (Matabuena), la Jota de las cuatro calles (Toledo), el Milano (Ruguilla), los Mayos de Henche, el Pollo (Tortuera), la Mazurca (Tortuera), la Jota de Piqueras, el Romance “Tres Hojitas de Laurel” (Robledo de Corpes), la Rondeña y el Fandango “El Candil” (Escuela Bolera). La dirección del baile correspondió a Sara Moratilla; la dulzaina a Antonio Trijueque, el tambor a José Carlos Esteban, el canto y cuerda a Antonio Carmona, y el violín a Eduardo del Castillo. La actuación, por excelente, y por ser los morillejanos especialmente aficionados al cante y baile tradicionales, fue sin duda la más aplaudida de las fiestas. De hecho, al terminar varios “rondajos” subieron al escenario para poner con sus jotas el broche de oro a la actuación.

En la ceremonia del domingo, se subastaron las andas. Un pasacalles hasta la Plaza Mayor, que culminó con un aperitivo, puso el punto final a unas fiestas entrañables que sirven para reunir en pleno invierno a muchos morillejanos oriundos. Día de despedidas, algunos se dieron el adiós hasta Santa, y otros, hasta la fiesta patronal de agosto, que la localidad celebra en honor a San Roque. El alcalde de Trillo, Francisco Moreno, estuvo presente en varios momentos de la celebración acompañando a los morillejanos.

Un año más, la celebración ha servido para unir a los morillejanos en torno a su patrona, demostrando el amor que le tienen a su pueblo. Las ganas de fiesta pudieron con el frío, que en la madrugada hizo descender los termómetros hasta los ocho grados bajo cero.