El Escondite de Natalia
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:14h
Esta semana otro nuevo título de El Escondite de Natalia : Deseo infinito
Deseo infinito
Entraron los dos de la mano y por un momento no pudieron ver nada, cegados por la oscuridad de ese impúdico y sórdido local.
Ella apoyaba todo el peso en su brazo, y abandonó la cabeza en sus hombros, tambaleándose por los efectos del alcohol, haciendo equilibrios con los finos y altísimos tacones que ya, ni siquiera podían sostener su cuerpo menudo y femenino.
Aburrida de la rutina y la monotonía, cansada de desengaños y desamores pasados, había accedido a ir con un simple conocido a un lugar donde se intercambiaba el amor sin preguntar nombres ni direcciones, donde no importaba ni cómo ni con quién, donde el cuándo era aquí y ahora, porque el pasado y el futuro no existían.
María observaba curiosa como se besaban, se tocaban, se lamían y follaban sin ningún pudor, sin vergüenza de que los demás miraran para despertar sus extraños y quizás desviados deseos.
Pudo ver en una esquina a una hermosa mujer desnuda a cuatro patas y atada con un collar de perra y una gruesa cadena, mientras su pareja le daba fuertes latigazos que ella recibía pidiendo más.
A su lado, tres cuerpos se inventaban posturas imposibles para compartir fluidos y sucias fantasías.
Desinhibida por todo lo que veía soltó una carcajada, se puso de puntillas y por primera vez, besó a su acompañante en los labios, peleando por abrir su boca con la lengua que indecente, empezó a acariciar sus dientes queriendo llegar a la garganta para apropiarse de su aliento, invadido por copas y tabaco.
Lo besó sin esperar respuesta, como besa una gata en celo, frotando su menudo cuerpo contra su polla, ahogando un gemido cuando la notó grande y dura.
Comenzaron a bailar una lambada, siguiendo torpemente los pasos de las demás parejas que aliviaban sus pasiones semidesnudos, al ritmo de una música de gritos, jadeos y suspiros.
Fue excesivo el peso del deseo y del alcohol, y acabaron en el suelo buscando un amor que no sentían, confundiéndolo con lujuria, imaginándose brazos que nunca abrazarían, y labios que jamás besarían.
Se amaron susurrando nombres equivocados de personas, que para ellos solamente existían en sus sueños y recuerdos, que creían ya olvidados.
Follaron mirando como otros lo hacían sin ningún pudor. Se comían con el ansia de la vez primera, se devoraban como si no fueran a verse nunca más y
por caprichos del destino, consolándose con la desesperación del despecho y del amor no correspondido, sin querer buscarse, se encontraron en el misterioso universo del deseo eterno e infinito.
El Escondite de Natalia