El empresario Fernández Tapias ya no quiere su megayate
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REDACCION
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redaccionguadanewses/9/9/19
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:14h
El empresario Fernando Fernández Tapias ya no será el dueño del barco de recreo más grande de España, aún en construcción. El naviero ha confirmado a Vanitatis que no ejercerá la opción de compra que tiene sobre el megayate que la Factoría Naval de Marín (FNM) está construyendo desde hace ya tres años para él. Esta declaración de Tapias coincide en el tiempo con las informaciones publicadas por algunos medios, entre ellos El Mercantil Valenciano, que aseguran que la empresa norteamericana Belacqua quiere adquirirlo por más de treinta millones de euros. SIGUE
Una cifra que comprende el valor real, más los préstamos solicitados en su día para la fabricación de este barco al que aún le quedan detalles para que pueda ser botado. En junio del 2010, Tapias optó por recuperar un aval de diecisiete millones que, según publicó El Confidencial, adelantó para esta embarcación que se suponía debía competir con la de Francisco Hernando, “El Pocero”, en tamaño. A cambio, el naviero se guardaba una opción de compra para cuando el yate estuviera concluido.
Pero finalmente, cansado por los retrasos y los problemas que ha generado su construcción, Tapias no se hará con este palacio flotante. El yate costó unos 36 millones de euros, tiene 60 metros de eslora, una capacidad para 12 pasajeros y 19 tripulantes. El propio Tapias desconocía, como ha asegurado en conversación telefónica con Vanitatis, que una empresa estaba interesada en su compra. Lo que tiene claro es que él quiere que se venda lo antes posible.“No tengo ni idea de si hay alguna empresa interesada en adquirir este barco. A día de hoy nadie me ha llamado y yo estaría encantado en venderlo porque quiero que el tema se solucione cuanto antes. No voy a ejercer ningún derecho. Ya digo que me interesa zanjar el asunto cuanto antes porque el astillero me debe dinero. A mí y a Caixa Nova. Si hay algún comprador, bienvenido sea. Encargué su construcción hace tres años y todo han sido problemas y los problemas hay que evitarlos o solucionarlos lo antes posible”, afirma.
Como buen gallego, Fernández Tapias siempre ha sido un enamorado del mar y ha tenido grandes barcos. Cuando era joven y no tenía la capacidad económica que adquirió con los años a través de sus empresas e inversiones, se conformaba con la embarcación que fuera. Después el tiempo y el dinero le dieron la posibilidad de tener el Núfer, que atracaba en Palma, Santander y Pontevedra, dependiendo de la estación del año. El nombre fue el resultado de unir la primera sílaba del nombre de su tercera mujer (Nuria González) y la del suyo propio. Un impresionante yate de 46 metros de eslora, que tenía cuatro camarotes con baño, dos suites, una de las cuales utilizaba el matrimonio, más otra que con el tiempo sirvió como nursery y estancia para los hijos del matrimonio, Iván y Carlota. Además, contaba con un comedor, una zona de lectura, de juego, lavandería, almacén, cocina, sala de estar, camarote para el capitán y otros para los marineros. El barco resultaba impresionante porque tenía varias terrazas, lanchas y motos náuticas. Estas las solían utilizar los hijos mayores del naviero y las amistades más audaces. Los últimos veranos Fernández Tapias cambió el mar por tierra firme y pasaba el mes de julio y agosto en La Toja.
Durante años, Tapias y su familia utilizaban el Núfer para disfrutar de unas vacaciones diferentes, sin aglomeraciones playeras y con la posibilidad de hacer largas travesías por el Mediterráneo sin necesidad de tener que atracar en ningún puerto deportivo, con lo que se aseguraba una total privacidad. Y no sólo para él, sino también para sus invitados, que preferían no ser carne de paparazzi. Entre las amistades fijas se encontraban el recién estrenado ministro de Justicia Alberto Ruiz Gallardón y su mujer; Isabel Preysler y Miguel Boyer; las hermanas Lapique con sus respectivos; Carmen Martínez Bordiú; los matrimonios Aznar Botella y Agag Aznar cuando el Núfer recalaba en Cerdeña, en la elitista Costa Esmeralda, donde la hija del expresidente pasa siempre sus vacaciones. El barco de Tapias se convirtió en objeto de deseo de todos aquellos que querían acceder a un mundo de lujo y brillo, y además “gratis total”, porque una de las cualidades de los anfitriones era su extrema generosidad. Más tarde lo acabaría vendiendo a la familia de Amancio Ortega, presidente de Inditex, con la mira puesta en el barco que ahora rechaza. Será la empresa norteamericana, cuando lo compre, la que se dedique a ofertar singladuras al mejor postor. Dadas las características de la embarcación, que podía haber sido el nuevo Núfer, los clientes tendrán un perfil poco competitivo.