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Conducir de forma segura, orientaciones básicas para quienes empiezan al volante

Conducir de forma segura, orientaciones básicas para quienes empiezan al volante

lunes 08 de diciembre de 2025, 14:01h

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El inicio de la conducción autónoma marca un momento de transición relevante. Superado el examen, el nuevo conductor se enfrenta a un entorno real hecho de tráfico imprevisible, ritmos desiguales y decisiones que deben tomarse en segundos. La seguridad vial no depende solo del conocimiento de las normas, sino de la capacidad para aplicarlas con criterio en situaciones cotidianas. Por este motivo, las primeras etapas al volante concentran una mayor exposición al riesgo y requieren una atención especial.

Las cifras lo confirman. Según datos de la Dirección General de Tráfico, una parte significativa de los siniestros urbanos implica a conductores con menos de dos años de experiencia. No se trata de falta de voluntad, sino de un proceso de aprendizaje aún incompleto, en el que la percepción del peligro y la anticipación no están plenamente consolidadas. La conducción segura se construye con hábitos progresivos, no con gestos puntuales.

Uno de los aspectos más determinantes es la distancia de seguridad. Mantener un margen adecuado respecto al vehículo que precede permite reaccionar ante frenadas inesperadas y cambios bruscos del tráfico. Estudios del Observatorio Nacional de Seguridad Vial señalan que la reducción excesiva de esta distancia está presente en un alto porcentaje de colisiones leves por alcance. Para quien empieza a conducir, respetar ese espacio no solo mejora la seguridad, también reduce la tensión y facilita una conducción más fluida.

La gestión de la velocidad es otro punto crítico. Circular dentro de los límites legales no garantiza por sí sola una conducción segura si no se adapta la marcha a las condiciones reales de la vía. El estado del asfalto, la visibilidad, la densidad del tráfico y la presencia de peatones influyen de forma directa en la distancia de frenado. Informes de la Organización Mundial de la Salud recuerdan que una reducción moderada de la velocidad disminuye de manera significativa la gravedad de las lesiones en caso de accidente. Aprender a levantar el pie del acelerador a tiempo es una de las competencias más útiles que puede adquirir un conductor novel.

El uso correcto del cinturón de seguridad sigue siendo un factor decisivo. A pesar de su carácter obligatorio desde hace décadas, la DGT registra todavía un número relevante de víctimas mortales que no lo llevaban abrochado, especialmente en trayectos cortos y vías secundarias. Para los nuevos conductores, interiorizar este gesto como una acción automática es parte esencial de una cultura de seguridad que protege tanto al conductor como a los ocupantes.

La atención al entorno completa este conjunto de prácticas básicas. La conducción requiere una observación constante, no solo frontal, sino también lateral y posterior. Mirar con antelación permite anticipar maniobras ajenas, leer el comportamiento de otros usuarios de la vía y evitar reacciones tardías. La distracción, incluso en forma de breves consultas al teléfono móvil, sigue siendo una de las principales causas de siniestros, según los estudios anuales del Instituto de Investigación en Tráfico y Seguridad Vial.

La formación previa resulta determinante para adquirir estos hábitos con solidez. Escuelas de conducción con una trayectoria amplia, como RACC, han desarrollado metodologías que insisten en la lectura del tráfico y en la toma de decisiones responsables desde las primeras prácticas. La experiencia acumulada en seguridad vial demuestra que la calidad del aprendizaje inicial influye de forma directa en el comportamiento posterior del conductor.

La confianza excesiva es otro elemento a gestionar con cuidado. Tras los primeros meses sin incidentes, algunos conductores relajan la atención y asumen riesgos innecesarios. La siniestralidad muestra picos precisamente en este periodo, cuando la sensación de control supera a la experiencia real. Mantener una actitud prudente, sin caer en la rigidez, ayuda a consolidar una conducción equilibrada.

La seguridad vial no se limita a proteger la propia integridad. Conducir implica una responsabilidad colectiva que afecta a peatones, ciclistas y otros conductores. Cada decisión al volante tiene consecuencias que trascienden al vehículo. Asumir esta dimensión social de la conducción contribuye a crear entornos urbanos y rurales más previsibles y seguros.

Aprender a conducir no termina con la obtención del carnet. Es un proceso continuo, marcado por la observación, la corrección de errores y la incorporación progresiva de buenas prácticas. Distancia de seguridad, velocidad adecuada y uso del cinturón no son conceptos abstractos, sino herramientas concretas que acompañan al conductor en cada trayecto. La experiencia demuestra que respetarlas desde el inicio no solo reduce el riesgo de accidente, también favorece una relación más serena con la carretera y con quienes la comparten.
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