Feminismo y tauromaquía (I)
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:14h
Para algunos resulta novedad -no exenta de desconcierto- la excesiva preocupación nacionalista por oponerse a la fiesta de los toros, al encontrar en ello un caldo de cultivo diferencial que, quizás, sólo sea comprensible desde una rentabilidad política calculadísima o desde un desconcierto conceptual premeditadamente confeccionado. Llevo años denunciándolo y quiero ahora reiterarme exponiendo algunas ideas sobre cómo distintos colectivos se han ido acercando al mundo de los toros para, desde él y desde su desconocimiento, sumarse a una campaña reivindicativa de lo particular a expensas de censurar lo ajeno y, con ello, obtener un crédito de audiencia que, desde el aporte constructivo, seguramente no se consiguiera. Me refiero al feminismo y, en concreto, a un intento puntual de ligarlo conceptualmente a las antípodas de la tauromaquia.
Mi problema y mi interrogante resulta muy simple: ¿tienen sentido los toros desde una perspectiva feminista?
El concepto género, o sea, lo masculino y lo femenino, se ha posicionado como una categoría filosófica con la que se intenta responder a ciertos interrogantes o corregir explicaciones incorrectas que se han ido dando al acontecer de ciertos fenómenos. Digamos que con ello se han dado pasos firmes y coherentes para utilizar el pensamiento feminista o pensamiento crítico de la estratificación de género para comprender la realidad y posición de la mujer frente o junto a la del hombre/varón.
Son muchas las temáticas a las que se ha acercado este “pensamiento crítico feminista” para desenmascarar la doctrina social desfavorable a la mujer: ecología y feminismo, sexualidad y feminismo, escritura y feminismo, y un largísimo etcétera. Y, como no podía ser de otra manera, en la coyuntura actual, en la que el debate sobre las corridas de toros sigue estando sobre la mesa, ese pensamiento crítico continúa tomado como objeto de análisis la tauromaquia.
La revista El Viejo Topo en su numero 195-196 de 2004 publicó un artículo titulado Feminismo y tauromaquia, firmado por la
doctora Alicia Puleo, profesora titular de Filosofía Moral en la Universidad de Valladolid y a la sazón directora de la Cátedra de Estudios de Género de la citada Universidad. El artículo pretende iniciar un debate sobre este asunto partiendo de unas apreciaciones que, a mi modo de ver y erróneamente, ya considera conclusiones. Son dos:
En la primera, da por sentado que la Tauromaquia queda caracterizada por presentarse como un mundo exclusivamente masculino en el que se admite a las mujeres, manifestando a su vez la intencionalidad con que se aborda -desde el feminismo- la temática propuesta. En primer lugar, denunciar el sesgo patriarcal de esta subcultura sangrienta; en segundo lugar, denunciar “la terrorífica lógica de la dominación que la legitima”; y, en tercer lugar, “apoyar su abolición”.
Además, de caracterizar la Tauromaquia de este modo, entiende que el feminismo tiene algo que decir sobre las corridas (de toros) -copio literalmente-, “si deseamos avanzar hacia una sociedad en la que el sujeto autónomo no necesite dominar y humillar para afirmar su identidad, ni (que) su satisfacción se base en el extremo sufrimiento y muerte del otro”.
Ante el interrogante que me planteo :¿tienen sentido los toros desde una perspectiva feminista?-, si admitimos estas apreciaciones, he de afirmar que los toros no tienen sentido desde una perspectiva feminista, lo cual resulta lógico, a la vez que manifiesto que lo que tampoco tiene sentido es la argumentación con categorías axiomáticas que no lo son. Y lo manifiesto con cinco puntualizaciones.
1. Toros -entendido como espectáculo, como fiesta, como corrida de toros- no es igual a tauromaquia. La tauromaquia se define como el arte de lidiar toros y lidiar significa “luchar, incitando y esquivando sus acometidas (las del toro)” y no significa “humillar con el extremo sufrimiento”.
2. Hablar de una subcultura sangrienta querrá decir -supongo que eso significa para la autora, pues tal es su acepción académica- que la subcultura “echa sangre” o que se goza con ella al derramar sangre. Que yo sepa, los conceptos -subcultura es un concepto- no sangran y doy por categóricamente cierto que ningún aficionado que realmente se precie disfruta al ver sangre en un animal.
3. La tauromaquia no puede definirse como un mundo exclusivamente masculino, ni mucho menos cabe calificarlo como tal con el ardid de que la integración de la mujer -en el caso de que esté desintegrada- en el mundo taurino apoya su legitimación, es decir, su marginalidad susceptible de ser integrada.
Entiendo que, con tales afirmaciones, la categoría género excluye aquí la máxima cualificación del género humano en su categoría de persona. No son hombres y mujeres quienes participan de la fiesta. Son personas, con características diferenciales, cada una con su criterio, sus gustos, y sus preferencias. En todo caso, siempre han existido culturas patriarcales y también matriarcales.
No comparto la actitud prepotente de los varones respecto a las mujeres -en otras palabras, machismo-. Y con esta coherencia, en el caso que el mundo de los toros -y no la Tauromaquia- tenga reminiscencias de una cultura patriarcal, no puedo justificar su supresión cultural, como tampoco apoyaría la defenestración de todo lo que posea raíces culturales matriarcales.
Hablar de una “terrorífica lógica de la dominación” evidencia un notable desconocimiento y un sesgo perceptivo desviado, que sitúa a la mujer como objeto y que no aprecia como centro de la significación de la Tauromaquia el enfrentamiento del hombre (en sentido genérico) con el animal.
Existen argumentos y los utilizaremos con sentatez para evidenciar la rentabilidad mezquina de atacar a nuestra fiesta con subterfugios intelectuales malintencionados.
Se los cuento la próxima semana.◆
Texto: Pedro Alonso