Entrevista (I) a Victorino Martín: su legendaria ganadería de la A coronada cumple medio siglo
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:14h
Se han cumplido este año 50 años desde el inicio de la historia de la ganadería de Victorino Martín, formada a partir de los legendarios albaserradas de la A coronada, los saltillos que venían de la ganadería del conde de Santa Coloma. El trapío y la casta han sido su santo y seña. Hablamos con el polifacético Victorino Martín García, ganadero, veterinario, fugaz novillero, apoderado, empresario, comentarista, conferenciante y escritor, hoy representante de la ganadería que fundó su padre, el carismático Victorino Martín Andrés.
Victorino, como profesional y estudioso de la ganadería conoces su evolución desde sus orígenes más remotos, ¿cómo ha sido su trayectoria a través del tiempo?
Victorino Una de las grandes virtudes de nuestra ganadería es que ha sabido mantener el fondo salvaje que tiene. Con sus fluctuaciones, el fondo de pureza se ha mantenido bastante. Los 60 fueron los años de la reconstrucción de la ganadería. A finales de esa década se inició su leyenda, con la tarde de las tres orejas de Andrés Vázquez en 1969, y también con su encerrona con seis toros del año siguiente. Los 70 fueron de consolidación. Cualitativamente, quizá la evolución más importante abarque del 75 al 82. Son unos años prodigiosos en la ganadería. Se puede hablar de una tiranía brutal de lo de Victorino en Madrid, acaparando multitud de premios al toro más bravo de San Isidro. Son ocho años que marcan mucho el futuro de la cabaña brava española y culminan con la “corrida del siglo”, en la que salieron a hombros Ruiz Miguel, Palomar y Esplá. También se indultó al toro Velador en la de la Prensa. Los 80 fueron años de confirmación, los 90 la continuidad y la lucha por el mantenimiento, igual que en esta primera década del siglo XXI.
Una ganadería puede mantener cierta regularidad. Pero el toreo, la sociedad, la economía, la ciencia y los gustos del público sufren cambios, evoluciones o derivas. En ese contexto, conceptos como trapío y bravura no son inmutables. ¿O sí deberían serlo? ¿Cuál es tu percepción?
V El concepto de trapío y bravura cambia. Igual que en los años 20 el duque de Veragua tuvo que vender su ganadería porque el toreo evolucionó, en los 70 se pasó hacia un toro más grande. Ahora está pasando algo parecido. Con la reducción del espacio de las fincas, la aportación de los piensos concentrados y el uso de las fundas en los pitones, los toros pesan cien kilos más que hace quince o veinte años.
Es curioso que los más críticos con el monoencaste -los toros de Domecq son los que mejor se han sabido adaptar a ese aumento- sean los mismos que exigen un volumen desproporcionado de los toros.
V Una de dos, o luchas para intentar imponer una lógica, o te dejas llevar por la corriente.
¿Ha crecido también en tamaño el toro de Victorino?
V El nuestro y el de todas las ganaderías. El toro de hoy es el más grande de la historia del toreo. Por selección y por alimentación. Fíjate que el peso mínimo oficial son 410 kilos en plazas de tercera, 435 en las de segunda y 460 en las de primera. Pero en la mayoría de las plazas, como no esté por encima de los 500 kilos, estiman que no tiene trapío. Pero eso es un error, porque va en contra de la movilidad del toro. Cuanta más movilidad, más agilidad, más repite el toro y más emoción tiene. Se confunde peso con trapío cuando hay toros con 600 kilos que no lo tienen y toros que con poco más de 400 son auténticos tíos.
Hoy, con la alimentación complementaria, se ha conseguido un mayor volumen y una gran uniformidad de los toros. Pero nosotros criamos un toro muy ligado al medio. Y, como es lógico, hay fluctuaciones.
También habéis aumentado el número de cabezas.
V Claro, porque hemos ido creciendo en medios. En las fincas más pequeñas los índices de fertilidad son menores. Al cuidar mucho los aspectos sanitarios y reproductivos, se consiguen más productos con el mismo número de vacas. Al principio mi padre tenía entre 250 y 300 vacas. Ahora tenemos 320. Pero no queremos pasar de 350.
Y en comportamiento, ¿en qué ha cambiado?
V Ha mejorado mucho en saltillo. Nosotros siempre hemos ido buscando esa línea y hoy en día la ganadería está mucho más asaltillada. Ahora son toros que humillan más, porque ese es uno de nuestros criterios fundamentales en los tentaderos. Quizá el toro de ahora, aunque sigue siendo muy exigente, es más noble.
En general, ¿piensas que el toro bravo ha mejorado?
V El toro de hoy está mucho más trabajado. Si cualquier ganadero de hace 50 años, y no digamos de hace 100, viera como se maneja, se alimenta, se prepara y se trabaja, no se lo creería.
¿Qué relación hay entre fuerza y bravura?
V Son cosas distintas. Pero sí existe una relación. Un toro puede ser muy bravo, pero si su condición física es mala no lo puede expresar.
¿Pero la bravura está en alza o se tiende cada vez más a la domesticación?
V Creo que la bravura guarda relación con lo salvaje, con las fuerzas indómitas de la naturaleza. Y el toro de hoy es cada día más artificial. Esa bravura salvaje cada vez se ve menos. Todo lo que se hace delante tiene importancia pero no transmite igual al tendido. Se ha conseguido un toro más colaborador que fiero.
¿Por eso, entre otras cosas, no le ponéis fundas a los pitones de los toros en el campo?
VMG No estoy en contra. Pero pienso que el toro representa la naturaleza, lo intocable, lo salvaje. Ponerle fundas es desmitificar esa fuerza natural.
Para los toreros, ponerse delante de los victorinos es una prueba dura. ¿Cuál es la mayor virtud que necesita un espada para enfrentarla?
V Lo primero es autenticidad, porque el toro sabe si estás entregado o no. Si tienes técnica, mejor; si tienes calidad, mejor; si tienes sentido del toreo, mejor; pero sobre todo hay que tener entrega. Con el mejor toro de casa, si no te entregas está perdido.
La ganadería de Victorino Martín es un referente fundamental de la bravura en el mundo. Ha lidiado 522 corridas a lo largo de su historia y ha participado en cerca de cien festejos en Las Ventas, de los que 63 lidiando corridas completas. Aunque adaptada a los nuevos tiempos, sigue siendo un bastión del torismo, necesario para no dejarse arrastrar sin más por la inercia del mercado. En el próximo número seguiremos debatiendo con Victorino sobre la fiereza y la bravura, sobre los toreros que han afrontado la suya y sobre el futuro de la fiesta ante el año que se aproxima.
Texto: Carlos Arévalo