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Los versos sueltos de Natalia : Detrás se queda el cielo

Los versos sueltos de Natalia : Detrás se queda el cielo

miércoles 07 de octubre de 2020, 07:56h

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El frío seco golpea tu cara al abrir el portal. Te abrazas con más fuerza al abrigo y sales con una decisión temerosa y fingida.

Tus pasos, pretendidamente firmes, hacen eco en el silencio de esa noche anodina, una más; pero un claxon impertinente y trasnochador interrumpe tus pensamientos perdidos a saber dónde, a saber cuándo.

Recorres el mismo camino de todos los días, por la misma pisoteada acera, ninguneada por los esputos y orines de desarropados que no tienen cobijo ni un hombro sobre el que llorar.

Ocultas tu olfato ultrajado tras la manga demasiado larga de tu abrigo, que aún huele a él.

Pero esa noche su olor no te reconforta.

Te detienes en un charco, despojo olvidado de la tormenta intempestiva de esa misma tarde.

Hundes en él los pies desnudos, escondidos dentro de los zapatos gastados que compraste hace dos años.

Te ríes con la boca abierta de par en par.

Saltas a la pata coja, y gotas de agua embarrada salpican tu cara junto con las lágrimas de tu preciosa locura.

Las limpias con la palma de la mano y respiras hondo robando las ganas de vivir al aire frío que entra de golpe en tus pulmones.

Se acelera tu corazón y se coloca en la garganta borrando por un momento el miedo que la invadía sin permiso.

La luz de la luna acaricia tu cara, emborronada por el marrón casi negro del barro.

Recuerdos de la niñez te azotan, restallando en tu pecho, que se llena de felicidad y de nostalgia a la vez.

Apresuras tu caminar, sin mirar atrás, cuando oyes unos pasos siniestros que quizás te persiguen. Casi corres hasta que llegas a la entrada.

Suspiras aliviada aunque ese sea tu camino hacia el infierno.

Ya en la lúgubre trastienda recompones tu cara, te quitas el abrigo y cambias los zapatos gastados por unos más brillantes, más nuevos, menos tuyos.

Esperan tu cuerpo casi desnudo, apenas cubierto por una pieza de tela una vez despojado del abrigo.

El espejo dibuja tu imagen, pero no te reconoces cuando lo miras.

Cierras los ojos para no sentir.

Abres la puerta que te conduce al averno de la lujuria fría y desmedida.

Atrás quedan los queridos zapatos viejos, el barro, los recuerdos de la infancia, la nostalgia de un sueño...muy detrás se queda, esperándote siempre, el azul intenso del cielo.



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