Sustituir el uso del coche por caminar o andar en bicicleta podría prevenir hasta un 11% de las muertes por enfermedades cardiovasculares, según un informe del Instituto BIOMA. Esta movilidad activa no solo mejora la salud individual al reducir factores de riesgo como la hipertensión y la obesidad, sino que también beneficia el entorno urbano al disminuir la contaminación del aire, el ruido y la congestión del tráfico. La Organización Mundial de la Salud advierte sobre los riesgos del sedentarismo, destacando que incorporar actividad física en los desplazamientos diarios puede mejorar la calidad de vida. Transformar las ciudades hacia una movilidad sostenible es clave para crear entornos más saludables y habitables. Para más información, visita el enlace.
La transición de los desplazamientos en coche hacia alternativas como caminar o andar en bicicleta no solo representa un cambio en la forma de transporte, sino que también contribuye significativamente a la reducción de la contaminación del aire, el ruido y la congestión vial. Este enfoque, conocido como movilidad activa, ofrece beneficios tanto para el medio ambiente como para la salud pública.
Un reciente informe titulado “Influencia del medioambiente urbano en la salud de las personas”, elaborado por el Instituto BIOMA bajo la Cátedra Sanitas Salud y Medioambiente de la Universidad de Navarra, pone de manifiesto cómo las prácticas de movilidad sostenible impactan positivamente en la salud de los ciudadanos. Según datos recopilados por la World Heart Federation, se estima que caminar o utilizar la bicicleta para los desplazamientos diarios podría reducir hasta un 11% las muertes relacionadas con enfermedades cardiovasculares, una de las principales causas de mortalidad global.
El estudio también resalta el impacto directo de la movilidad sostenible sobre el entorno. Una investigación reciente realizada por la Sociedad Española de Cardiología y la Fundación Española del Corazón ha revelado que existe una correlación entre la exposición a altos niveles de contaminación del aire y un aumento en los infartos y muertes durante hospitalizaciones. En concreto, se ha encontrado que concentraciones superiores a 25 microgramos de partículas contaminantes por metro cúbico incrementan en un 14% el riesgo de mortalidad entre pacientes ingresados por infarto.
“Incorporar actividad física en los desplazamientos cotidianos tiene un impacto directo en la reducción de factores de riesgo cardiovascular, como hipertensión, obesidad y diabetes tipo 2. No se trata solo de un medio de transporte, sino de una estrategia preventiva que ayuda a disminuir enfermedades crónicas y mejorar la calidad de vida”, afirmó la doctora Sonia Gutiérrez, vicepresidenta de Sanitas.
A esta evidencia se suma una advertencia contundente por parte de la Organización Mundial de la Salud, que señala al sedentarismo como uno de los principales factores que contribuyen a una mortalidad prematura. Además, adoptar rutinas activas como caminar al trabajo o ir en bicicleta aporta beneficios adicionales: refuerza el sistema inmunológico, mejora la capacidad respiratoria y reduce el estrés.
Los efectos positivos derivados de una movilidad activa no solo transforman el entorno urbano, sino que también ofrecen ventajas significativas: