OPINIÓN

Carta semanal del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara : Alegraos siempre en el Señor

Martes 06 de diciembre de 2022
Cuando se aproxima la celebración de la Navidad, la liturgia del Adviento nos invita a tomar conciencia de que Dios viene a visitar a su pueblo para quedarse con nosotros, para invitarnos a formar una comunidad de amor y de vida con él. Dios viene siempre, en cada instante de la existencia, porque no quiere desentenderse de nosotros.

Con esta venida, el Señor, entre otras cosas, quiere comunicarnos su alegría. El apóstol san Pablo les dirá a los cristianos de Filipos: “Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos…El Señor está cerca” (Fil 4, 4-5). Esta alegría, que el Señor regala en cada instante de la existencia, hemos de experimentarla especialmente durante el tiempo de Navidad, al actualizar sacramentalmente en la liturgia el incomprensible misterio del nacimiento y de la manifestación de Jesucristo a todos los hombres.

La experiencia del amor de Dios, sin mérito alguno por nuestra parte, es el manantial de la alegría cristiana. Cada uno es amado por Dios con un amor apasionado y fiel, con un amor que supera nuestras infidelidades y pecados, con un amor que perdona sin límites y espera siempre la vuelta del pecador a la casa paterna. Esta alegría, que es siempre un regalo de Dios, no está reservada a unos pocos; es un anuncio para toda la humanidad y, especialmente, para quienes están tristes, porque no han experimentado las constantes venidas de Jesucristo a quienes buscan su rostro.

En nuestros días, millones de personas, aunque experimenten la alegría del Dios que viene, no pueden exteriorizarla ni compartirla con sus familiares y con las personas queridas, porque viven separados de ellas por la brutalidad de la guerra, por la persecución religiosa o por la emigración forzada. Tengamos un recuerdo especial para ellos en estos días de Navidad y pidámosle al Niño Dios que les conceda el esperado retorno a sus hogares para encontrarse nuevamente con los suyos.

Cuando contemplamos la realidad de nuestra nación, no resulta difícil descubrir la tristeza de quienes viven solos, están enfermos o se sienten abandonados por la sociedad. Además, son muchos los hermanos, especialmente jóvenes, que no han descubierto o han perdido el sentido de la verdadera alegría, al pretender buscarla en el éxito, en el consumismo, en la droga o en cualquier otra forma de alienación.

Sin dejar de recordar a quienes pasan por estas situaciones de sufrimiento y tristeza, sigamos preparándonos espiritualmente para acoger al Salvador, fuente de la verdadera alegría, intensificando nuestra oración y practicando las buenas obras. De este modo, asumiendo con gozo la misión evangelizadora de la Iglesia, podremos ofrecer la alegría de la fe y el gozo de ser cristianos a nuestros semejantes. María fue invitada por el ángel a la alegría, porque el Señor estaba con ella. Pidámosle que interceda por todos para que descubramos el secreto de la verdadera Navidad: “Alégrate, el Señor está cerca”.

Con mi bendición y recuerdo ante el Señor

Atilano Rodríguez, Obispo de Sigüenza-Guadalajara



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