Ya contamos que la tradición taurina en nuestra ciudad, documentalmente hablando, parte del año 1364. Lo que no quiere decir que antes no se celebraran encuentros entre el toro y el hombre en nuestras plazas.
Estos festejos, siempre ligados a celebraciones religiosas o a conmemoraciones regias, encontraron su espacio físico en la Plaza del Concejo o en la Plaza de Santa María, sí, en la Concatedral. De hecho éste sería el marco habitual, reivindicado desde la tradición asentada en a aquel privilegio de Pedro I, conforme a un acuerdo que también tomaron nuestros regidores en el año 1459 y como de nuevo se ratificó en 1552 al elegir la Plaza de Santa María como lugar más apropiado para su celebración.
Lo festivo, lo religioso y lo ancestral, características de la corrida medieval, tuvieron en nuestras plazas capitalinas un marco para su historia, el de la Plaza de Santa María.