Nacho Gay.- Todo el mundo habla del contrato millonario de Isabel Pantoja con Mediaset que, en pos de una comparación facilona con los Corleone, ya se vende en sus autopromos como una familia de canales unida por lazos indelebles. No deja de resultar paradójico que una cadena que intenta lavar su imagen toda vez que la publicidad ha volado del nido de ‘El Cuco’, condenando a muerte a La Noria, haya elegido a la presunta folclórica (más lo primero que lo segundo) para amenizar su parrilla en Navidad. SIGUE
Telecinco invita de cuando en cuando a los anunciantes a tomar té y pastas, les propone cambalaches irrechazables, les baja los precios, les promete cambios en la programación, les ofrece gratuitamente campañas denigratorias de las marcas blancas en prime time… ¿Y qué? Juan Roig, dueño de Mercadona, es más rico ahora que el año pasado, gracias a Hacendado. Lo dice el ranking de adinerados de El Mundo. Y Telecinco sigue ofreciendo la misma mercancía defectuosa que hace dos meses, cuando la madre de un delincuente juvenil les hundió el chiringuito sin necesidad siquiera de mostrar la cara.
La Pantoja. ¿Ese es el Santo Grial que Vasile ofreció a los anunciantes? Y aquí viene a cuento lo de la mujer del César, ya saben, lo de ser honrado y parecerlo, porque por mucho que la Pantoja cante y mueva la bata de cola y la de andar por casa como nadie, según dicen sus fanes, tan respetables como la prima de riesgo o la del pueblo, lo cierto es que esta mujer tendrá que declarar en junio del presente año por la cuestión aquella de las bolsas de basura patrimonial que salían del ayuntamiento de Marbella en tiempos de Cachuli.
Y a esa señora es a la que Telecinco ha pagado un millón de euros por convertirse en presunta Mesías de una nueva era en la cadena. Pero ella no ha sido, ni por asomo, la que más tajada ha sacado de esta Navidad cadáver, en homenaje soterrado a Tim Burton. La partitura de esta verbena la escribe un tipo llamado José Luis Moreno que, desde hace un tiempo, está sentado a la derecha del señor de las tinieblas en La Última Cena de esta Biblia pagana de bolsillo.
Él ha producido para Telecinco la gala de Nochebuena, la de Nochevieja, el concierto de Navidad (que antes lo daba la Filarmónica de Viena y, ahora, cosas de la crisis, lo da La Presunta). También produce para la cadena una serie cartón piedra llamada La que se avecina, en la que por cierto trabaja la mitad de su familia. Y para colmo le han ofrecido un puesto como jurado en el programa Tú sí que vales y, como no podían pagarle, porque a este señor se le cae la cartera al suelo y se hunde la bolsa de Milán, pues le han convencido ofreciéndole la posibilidad de contratar a todo aquel que pase por el programa.
El mamoneo alcanza en este caso cotas inexpugnables, pues Moreno puede llenar sus Noches de fiesta con el talento (sea mucho o poco), a precio de saldo, de los jóvenes que participan en el concurso de marras. De momento ha decidido sacar un disco a un tal Sebastián, con el apoyo de toda una cadena. Y el tío le puso a cantar, sin sonrojarse, en la gala de Nochevieja de Telecinco entre la Pantoja y Chenoa. Todo por la face y por la pasta. Tras el saqueo de la pública, vinieron las privadas.
Suena Telecinco cada vez más a una película de Berlanga. Desde luego, estas Navidades olía a naftalina en cincuenta kilómetros a la redonda de su sede de Fuencarral. Pero lo verdaderamente genial de todo esto es que los caprichos húmedos de Moreno, los vestidos rojo satén de Victorio y Lucchino que se compra la Pantoja para despedir el año y hasta la boda fantasma de su hijo, que por cierto también tiene un puesto en Tú sí que vales, lo están financiando, a saber:
- Un señor (Vasile), que nos está dando gato por liebre.
- Una revista (Hola), que se está luciendo semana tras semana.
- Y, por encima de todo, aquellos que pagan al contado (anunciantes), que hace dos meses pasaron a la historia de la filantropía por hundir La Noria y ahora parecen conformarse con lo que sea. Otros tiempos, quizá.
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