OPINIÓN

Carta semanal del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara : El compromiso por la justicia

Miércoles 12 de julio de 2023
El papa Benedicto XVI decía en su encíclica “Dios es amor” que la organización de la justicia en la sociedad no es competencia de la Iglesia, sino del Estado. No obstante, añadía, los cristianos no podemos desentendernos de nuestra responsabilidad en la consecución de una sociedad más justa y solidaria. Cada cristiano, además “de despertar las fuerzas espirituales” que allanen el camino de la justicia, tiene el deber de cooperar con los restantes miembros de la familia humana en la consecución de la misma, como expresión de su fe en Jesucristo y, por tanto, como “caridad social”.

En el ejercicio de esta responsabilidad, los cristianos no podemos actuar solos, sino que hemos de colaborar con otros hermanos, buscando ante todo el bien de todos, especialmente de los últimos, de los abandonados y de quienes permanecen tirados al borde del camino. Aunque hemos de dar incesantes gracias a Dios por las personas, grupos sociales e instituciones que acogen, acompañan y promueven la solidaridad en la defensa de los derechos humanos, debemos revisar nuestra responsabilidad.

Esto quiere decir que los cristianos tendríamos que hacer un frecuente examen de conciencia para descubrir nuestro compromiso con los marginados por la sociedad o por los responsables de los Estados, pues en ocasiones podemos olvidar la dimensión social de la fe cristiana. Además, los cristianos hemos de preguntarnos si lo que celebramos en la liturgia y confesamos con nuestras palabras lo manifestamos verdaderamente en las obras. El reto permanente de quienes nos confesamos seguidores de Jesús ha de consistir no solo en revisar lo que hacemos, sino cómo lo hacemos y por qué lo hacemos.

Hemos de pedir insistentemente al Padre celestial que suscite discípulos misioneros que den testimonio del amor de Dios a cada ser humano, luchando contra todo aquello que destruye a la persona o degrada su dignidad. Hoy son necesarios grupos de creyentes que, al mismo tiempo que rechazan las desigualdades sociales, vivan atentos a los problemas de los necesitados y compartan con ellos lo que son y tienen.

Además, los cristianos, desde el cuidado y la defensa de la propia identidad, debemos dialogar y ofrecer nuestra colaboración a otros grupos sociales y eclesiales, mostrando con nuestro estilo de vida que formamos parte de un mismo mundo y que nos sabemos miembros de la gran familia humana. En una sociedad en la que muchos hermanos solo piensan en el beneficio económico y en la búsqueda de los propios intereses, es más necesario el testimonio de un servicio gratuito al prójimo sin esperar recompensa. La gratuidad y el amor sin condiciones a los marginados de la sociedad, a los pobres y abandonados, son auténticos testimonios de caridad y verdaderos caminos para la evangelización, pues ponen al descubierto que se valora y se reconoce a cada ser humano, no tanto por lo que tiene y posee, sino por lo que verdaderamente es.

Con mi sincero afecto y bendición, feliz día del Señor.

Atilano Rodríguez Obispo de Sigüenza-Guadalajara

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