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El Alba, un equipo con el que se llora dos veces, amarga despedida a un año muy dulce

REDACCION | Jueves 08 de junio de 2023
Reza el dicho que en Albacete se llora dos veces, una cuando llegas y otra cuando te vas. Con el Alba, este año, se llora dos veces. Uno cuando te das cuenta de que la temporada terminó y otra cuando piensas cómo ha sido. Una de alegría, otra desconsoladamente.

Lloras de rabia porque un año mágico toca a su fin. Casi de impotencia por lo fugaz e inalterable que es el paso del tiempo. Pero también de alegría, porque mientras el tiempo pasaba, el albacetismo se lo pasaba en grande.

También de pena por la forma en la que el equipo cerró el curso. Con una derrota dura y amplia que no hace justicia a la temporada blanca. Pero el fútbol así. La lucha por ascender a Primera es así. El Alba lo sabe y lo vivió.

Pero, sobre todo, lloras de felicidad. Momentos únicos y que van más allá de cualquier resultado o puesto clasificatorio. Desplazamientos en masa. Recibimientos al rojo vivo. Emoción a raudales que no solo se vio plasmada en los partidos y en los campos de fútbol. También en las calles, en el sentir de Albacete e incluso en el vestir. Un año sólido sobre el que construir el Alba de una nueva generación.

Dicha solidez no se pudo mostrar en el Ciutat. El Albacete arrancó con ímpetu, con la inercia del más de medio millar de gargantas en la grada. Tuvo ocasiones, algunas de peligro. Pero el fútbol le fue tan esquivo hoy que cuanto más encendió a los suyos, más se quemó. En el minuto 19, Higinio se sacó un disparo certero que no fue por escasos centímetros, con un defensor local sacando la bola en linea de gol.

A esa acción le prosiguió una contra certera del Levante que culminó en gol. La cuesta se empinó más todavía y acabó siendo imposible de escalar cuando el cuadro granota dobló su ventaja, poco antes del descanso.

La segunda parte fue más trámite que fútbol, con el Alba honrando su temporada mediante tesón pero sin tino de cara al arco rival. Una injusta despedida para el equipo más goleador del año regular, que poco antes del final recibió un tercer tanto.

Amargo final de una temporada dulce que, en los años venideros, nos provocaría una lagrimita cada vez que la evoquemos.

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