GUADALAJARA

Cogolludo pone en valor sus fiestas tradicionales

REDACCION | Viernes 13 de enero de 2023

En primer lugar, en el calendario cogolludense del año 2023, el Ayuntamiento incluye todas las fechas con las fiestas tradicionales de la localidad, distinguidas con la grafía de “Cogolludo” presente en el documento más antiguo que se conserva de Cogolludo, fechado el 16 de mayo de 1254. Pero además, y con motivo de la Feria Internacional de Turismo, FITUR, la villa serrana hace público también el calendario y la descripción de sus fiestas tracionales.

A finales de año, el Ayuntamiento de Cogolludo editaba un calendario como forma adicional de poner en valor sus paisajes, su historia, sus fiestas y tradiciones o patrimonio recuperado.

“Nos pareció una buena forma de resaltar nuestro patrimonio, y buscar la alianza de los cogolludenses en su divulgación, puesto que en cada casa del pueblo y sus pedanías va a haber uno colgado durante todo el año”, señala Juan Alfonso Fraguas, alcalde de Cogolludo.

El Ayuntamiento de Cogolludo ha puesto todo su empeño en crear un documento “incluso coleccionable”, cuyo anagrama es una de las grafías de 'Cogolludo', localizada en el documento más antiguo que se conserva en la villa serrana, fechado en Toledo, el 16 de mayo de 1254.

Es la Comisión de Festejos la encargada de su distribución para que puede llegar al público. Tiene un coste de 3 euros por calendario y la recaudación va a servir para sufragar los eventos del próximo verano.

El calendario incluye, además de las nacionales y regionales, todas las fechas de las fiestas locales y tradicionales, de manera que, igualmente con su divulgación desde el comienzo del año, se ponen en valor.

Las fiestas tradicionales que recoge el calendario de Cogolludo son:

17 de enero. San Antón. Tradicionalmente, los preparativos de la fiesta de San Antón en la villa de Cogolludo empiezan los días previos, en los que niños y no tan niños se reúnen en los aledaños de la zona conocida como el Llano Peral, para construir tres montones de piedras, los llamados pinochos, uno central más alto flanqueado por otro dos de menor tamaño que simbolizan al sacerdote y los monaguillos. Con esta antiquísima tradición da comienzo la celebración de San Antón, junto a su ermita, la más pequeña entre las cinco que aún se conservan, de las diecisiete que llegó a tener la localidad serrana. El día 17 de enero, festividad del santo, protector de los animales, los lugareños vuelven al Llano Peral, derriban los montones y comparten sus viandas en torno a la ermita a la espera de que comiencen los actos religiosos. Como manda la tradición los habitantes de Cogolludo bajan hasta la sencilla ermita con sus animales, para que sean bendecidos en presencia del santo.

4 de febrero. Candelas de Beleña. Se celebra el primer sábado de febrero, este año sería el día 4 del citado mes. La fiesta comienza la víspera haciendo una hoguera delante de la iglesia y al día siguiente los actos empiezan con la cencerrada en la que la botarga ataviada con su colorido traje y ocultando su rostro bajo una misteriosa máscara, recorre las calles del pueblo armado con una cachiporra y castañuela para recoger limosnas y una naranja que es el símbolo de fertilidad acompañado de un mayordomo. A continuación, se celebra la santa misa quitándose la botarga la careta y el cencerro como símbolo de respeto, y nada más finalizar la liturgia se reparte la caridad (pan de anís, tostones y vino). También ayuda en la subasta y acompaña a la procesión hasta el momento en que roba una naranja y la da a oler a los ingenuos asistentes para a continuación, golpearlos en la nariz con ella. Y llegada la hora de comer llega "la Machorra", un rico cocido para que se deguste entre los concurrentes.

5 de febrero. Santa Águeda. La primera cita histórica que se tiene de esta fiesta la ofrece el “Libro de rrentas y propios de la villa de Cogolludo que comiença el año 1594”. La imagen de Santa Águeda estuvo en su retablo situado en el frente del brazo norte del crucero de la iglesia de San Pedro, hasta que fue saqueada ésta en la guerra civil. Y era en esta iglesia donde se celebraba dicha festividad. Como eran también sus campanas las que se volteaban la víspera de Santa Águeda invitando a las mujeres a la fiesta. Tanto entusiasmo ponían las mujeres en tocar las campanas que las rompieron alguna vez. En el año 1945 se formó la primera junta que se hizo cargo de instaurar la fiesta. Fiesta que, como no había imagen de Santa Águeda, consistía en merendar juntas las mujeres y organizar el clásico baile que mantenía el privilegio femenino de sacar a bailar a los hombres. La fiesta religiosa se inició en el año 1950, año en el que con la nueva imagen de la Santa se pudo hacer la procesión como era costumbre inveterada. Así fue celebrándose la fiesta año tras año, hasta que en el 1980 un hecho vino a dar un nuevo empuje a la misma: la junta de este año estrenó los trajes típicos regionales que se habían confeccionado en el Taller de Artesanía. Aquello fue el punto de arranque del auge del citado traje. Hoy, son cientos las mujeres que lo lucen en la fiesta de Santa Águeda.

22 de febrero. Miércoles de ceniza. Chocolateros. Esta tradición ancestral se lleva a cabo el miércoles de ceniza, cuando comienza el ayuno previo a la Cuaresma. Vestidos de blanco, con la cara tapada y adornada su vestimenta con un fajín y pañuelo rojo anudado al cuello y tapado el rostro con una capucha blanca, aparecen en la Plaza Mayor de Cogolludo con un gran perol lleno de chocolate caliente, que previamente prepara la Asociación de Mujeres. Después, a las puertas del Palacio Ducal, lo vuelcan sobre orinales, antes de comenzar a perseguir a niños y mayores que se acercaron a la Plaza tanto el miércoles, como el sábado. Antaño, solían salir cinco o seis mozos, quintos de las milicias, pero después de que se perdiera la tradición, fueron las mujeres de Cogolludo quienes la recuperaron, allá por los años ochenta. Por eso, ahora hay tantos chocolateros como chocolateras. Es costumbre que todos se vistan en la misma casa. Este año, lo han hecho en las escuelas. Esta tradición ancestral representa al hombre-demonio que va tentando a la gente que se encuentra a su paso. Su misión es invitar a la gente a probar un bizcocho mojado en el rico y calentito chocolate que portan en el orinal, y, con ello hacer que rompan el ayuno. A quienes no quieren caer en la tentación de probar, los chocolateros les pintan la cara. Antiguamente, se prendía una hoguera para mantener el chocolate caliente.

25 de febrero. Jornada etnológica de Cogolludo. Ese día, tendrá lugar en Cogolludo una concentración chocolateros y botargas de Cogolludo y de la comarca, comenzando por las locales.

9 de abril. El pelele. El pelele se celebra el Domingo de Resurrección y simboliza a Judas. Se le matea y quema en la Plaza Mayor como símbolo de su traición. En su momento, cada barrio de Cogolludo hacía su propio pelele, figura humana de paja, que colgaban en los balcones o ventanas de las casas el sábado santo. El domingo de resurrección los participantes cantan letrillas alusivas al pelele mientras lo ven volar por los aires, manteado. Acaba la fiesta con la quema del pelele después de haberle visto volar por los cielos de Cogolludo.

15 de mayo. San Isidro Labrador. La fiesta comienza el día 14 de mayo en la ermita del santo, situada en la salida del camino de Aleas y cerca del convento de San Francisco. La Asociación de Agricultores y Ganaderos invita a los asistentes con aperitivos y limonada. Y entrada la noche, en la Plaza Mayor se enciende "la luminaria", quemando en una hoguera troncos y ramas y contemplando las altas y pavorosas llamas vislumbrando al fondo el palacio de los duques de Medinaceli. Ya el día 15, festividad del santo, los agricultores y ganaderos invitan al pueblo a asistir a la misa en su ermita y también a limonada y a ricos       aperitivos. Se dan tres vueltas al pequeño santuario en honor de la santísima trinidad y después de subastar los brazos y las ofrendas, se continúa con la celebración hasta el atardecer.

27 de mayo. Romería de la Virgen de Peñamira. Es una romería en honor de la Virgen de Peñamira en la que participan los pueblos de Puebla de Beleña, Beleña de Sorbe, Torrebeleña, La Mierla, Aleas, Muriel, Fuencemillan y Montarron. Se celebra el último sábado de mayo y los romeros de estos pueblos citados llegan a su nueva ermita sita a orillas del pantano de Beleña, frente al      barranco de Peñamira. La anterior ermita construida en el siglo XIII estaba prácticamente en ruinas al acabar la guerra Civil y actualmente está bajo las aguas del pantano de      Beleña. Después de la misa de las doce, se subastan las andas y se procesiona por los alrededores y ya por la tarde se produce una nueva subasta y se acude a los actos religiosos. El hermoso lugar donde se desarrollan estos actos invita a los asistentes a comer y pasar la tarde acompañado de familiares y amigos.

17 de julio. Día en honor al retén de Cogolludo. Cada 17 de julio, el pueblo de Cogolludo se acercaba al lugar que recuerda para siempre a las once víctimas del Retén de Cogolludo, fallecidas en 2005 mientras trabajaban en la extinción de un incendio en la Riba de Saelices.

15 de agosto. Nuestra Señora de los Remedios. Es la Cofradía de la Virgen de los Remedios, uno de los colectivos más antiguos de la villa serrana, la que organiza los actos en honor a la patrona del pueblo. La Junta Directiva de esta hermandad la forman un abad, el tesorero, el secretario, los hermanos mayores, y cuatro camareras que se encargan de vestir a la Virgen y de la custodia de joyas, coronas, mantos y vestidos. El hermano mayor siempre es un hijo de Cogolludo, en muchos casos, inscritos al nacer o desde niños. La tradición recoge que el hermano mayor debe portar el cetro durante la fiesta, asumir la presidencia, e invitar a los cofrades a un refresco y a las habituales caridades, además de la obligatoriedad de estar presente en la procesión del 15 de agosto, por la tarde, una de las más emotivas, sino la que más, de la villa serrana, con más de dos horas de duración y un recorrido de prácticamente tres kilómetros.

3 de septiembre. Nuestra señora de la Virgen del Cerro en Torrebeleña. Se celebra el primer domingo de septiembre anterior a la natividad de la Virgen. Tiene lugar una vez terminadas las cosechas y la recolección de trigo, es decir la siega y la trilla. Y cuenta la leyenda que la fuente que hay detrás de la ermita manaba un chorrillo de aceite para la lámpara de la Virgen hasta que una señora quiso llevar aceite para su casa y se volvió agua.

      

30 de septiembre. San Miguel.   Se celebra el fin de semana más próximo al 29 de septiembre que se celebra San Miguel. En esta fiesta religiosa se reúnen los hermanos o cofrades y en la víspera, toman limonada y aperitivos. El día del Santo, la mañana empieza con el ruido de los cohetes anunciando esta festividad. Los cofrades se reúnen en la Plaza Mayor para desde allí, ir a ver al hermano mayor que invita a un tentempié en su casa. A continuación, los hermanos se dirigen hacia la ermita en el paraje denominado la zarcilla. Allí, se celebra la misa y posterior procesión alrededor de la ermita. Y se hace la subasta de los brazos y las ofrendas. Después, los hermanos invitan a un rico aperitivo con bebida a las gentes del pueblo y posteriormente hay una comida de hermandad. La tarde transcurre en armonía y camaradería e incluso al día siguiente vuelve a realizarse otra comida de hermandad.

12 de noviembre. San Diego de Alcalá. El patronazgo de San Diego de Alcalá arranca en los hechos acaecidos en Cogolludo en el año 1599. La villa serrana estaba entonces estaba bajo el señorío de Juan de la Cerda y Aragón, VI Duque de Medinacelli y V Marques de Cogolludo. La peste se declaró en Cogolludo en el verano de 1599, siendo su primera víctima la mujer de Miguel Yanguas, que murió el 3 de julio de aquel año. Lamentablemente, le seguiría una larguísima lista de fallecidos de 539 personas en 5 meses, con días aciagos, como el 29 de agosto, en el que se enterró, solo en la Parroquia de San Pedro, a 20 personas. Sin embargo, la epidemia cedió prácticamente a partir del día 12 de noviembre de 1599, día en que, según la tradición oral, llegaron los restos de San Diego de Alcalá a la villa de Cogolludo. Para los creyentes, fue un milagro, para los escépticos, casualidad, pero los hechos quedan ahí.

      

    

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