GUADALAJARA

Cogolludo honra a su patrón, San Diego de Alcalá, por fin sin restricciones

REDACCION | Domingo 13 de noviembre de 2022

VER GALERÍA FOTOGRAFICA

Después de tres años, Cogolludo ha vuelto a celebrar este fin de semana, la festividad en torno a su patrón, San Diego de Alcalá, por fin sin restricción alguna, y quizá, como creen muchos cogolludenses, gracias a su intervención. El santo, según la creencia popular, libró a la villa ducal de la peste en el año 1599.

Al filo de las 12:30 horas de la mañana sonaban las campanas de la Iglesia de Santa María. Allí esperaba San Diego de Alcalá, una talla de los años cuarenta del siglo XX, adornada con las roscas del santo, cuya primera receta data, nada menos, que del siglo XVIII, según atestigua la amplia investigación al respecto del historiador local Juan Luis Pérez Arribas.

Mauricio Muela, párroco local, oficiaba la misa, que acompañó musicalmente el coro de la iglesia de Cogolludo. Interpretaron, como cada año, el romance del milagro de San Diego, con letra de Rosa Fernández y música del grupo folk Ajedrea, contando la historia de esta arraigada creencia popular.

Al finalizar, la talla salía a hombros de los fieles, en su recorrido típico de los últimos años por las calles de la villa ducal, comenzando por la de Juan de Mingo, y siguiendo por la de Jesús y María, para llegar hasta la Plaza Mayor donde, a la vera del maravilloso Palacio Ducal, la talla, precedida por la insignia de la antigua Cofradía del santo y a hombros de los fieles, daba una vuelta completa, para regresar, por idéntico recorrido, de nuevo a Santa María. El oficio religioso terminaba con un nuevo recordatorio al himno.

A continuación, el Ayuntamiento de Cogolludo invitó a los presentes a la rosca del santo, dulce exclusivo de Cogolludo, que la panadería local elabora de acuerdo precisamente, con la receta más antigua, que es la siguiente: 3 libras de aceite, 5 cuartillos de agua, 1 libra de azúcar, un poco de sal, anís en gran medida, dos cuarterones de levadura de panadero, y harina, la que pida.

“Por fin, hemos podido celebrar en el Salón de Plenos del Ayuntamiento, donde tradicionalmente se ha hecho siempre, la degustación de la rosca del santo con la ciudadanía, con toda la carga simbólica que trae consigo. En 2020, aún en pleno apogeo de la pandemia, celebramos la fiesta en el exterior. En 2021, lo hicimos en el patio del Palacio, donde acompañó el tiempo. Hoy, lo retomamos en nuestro salón de actos, con gran alegría de los presentes, y retomando, como es costumbre secular, el mandato de los cogolludenses del pasado”, señalaba ayer Juan Alfonso Fraguas, alcalde de Cogolludo. Una alegría a la que se sumaba Mauricio Muela.

El patronazgo de San Diego de Alcalá arranca en los hechos acaecidos en Cogolludo en el año 1599. La villa serrana estaba entonces estaba bajo el señorío de Juan de la Cerda y Aragón, VI Duque de Medinacelli y V Marques de Cogolludo.

La peste se había declarado en Flandes a final del siglo XVI. Quizá el ir y venir de los Tercios españoles propiciara que la peste desembarcara en las costas de Cantabria en 1596, extendiéndose de norte a sur por toda la península. Se extinguió en 1602, después de causar más de medio millón de muertos. En febrero de 1599 se declaró la peste en Segovia. Probablemente desde allí llegara a Cogolludo, con el incesante ir y venir de los arrieros y sus mercaderías.

En la villa serrana se declaró en el verano de 1599, siendo su primera víctima la mujer de Miguel Yanguas, que murió el 3 de julio de aquel año. Lamentablemente, le seguiría una larguísima lista de fallecidos de 539 personas en 5 meses, con días aciagos, como el 29 de agosto, en el que se enterró, solo en la Parroquia de San Pedro, a 20 personas.

Una de las primeras medidas que adoptó el Concejo de Cogolludo fue cerrar las puertas de la muralla para impedir la entrada y salida de la villa. Por otra parte, el Concejo corrió con gran parte de los gastos que originó la peste, por lo que se vio obligado a requerir los caudales del pósito. Acudir al auxilio divino fue otro de los recursos a los que se echó mano, una vez iniciada la peste. No quedaron olvidados los pobres de la villa, cuya pobreza se vería más acusada por esta causa. El Concejo los socorrió en varias ocasiones durante la pandemia, como atestigua la investigación documental de Pérez Arribas.

Sin embargo, la epidemia cedió prácticamente a partir del día 12 de noviembre de 1599, día en que , según la tradición oral, llegaron los restos de San Diego de Alcalá a la villa de Cogolludo. Para los creyentes, fue un milagro, para los escépticos, casualidad, pero los hechos quedan ahí.

Según cuenta la tradición, sin que haya confirmación documental, la intervención de fray Juan Cortés, padre guardián del Monasterio de Frailes menores de San Antonio fue decisiva para el traslado de los restos de San Diego, en procesión, desde Alcalá de Henares hasta Cogolludo. Llegaron a la villa el día 12 de noviembre, un día antes que la iglesia celebrara la fiesta de San Diego. Aquello fue concluyente. Llegar los santos restos a Cogolludo y remitir la peste, fue todo uno.

El acta, recogida en el libro de acuerdos de la común de la villa de Cogolludo, del 15 de noviembre de 1599, proclama a San Diego “patrón de Cogolludo y su tierra hasta el fin del mundo”. El acta terminaba dando instrucciones de cómo se han desarrollar los actos de la celebración de la fiesta de San Diego en la villa. Muchos de ellos, se mantienen tal cual hasta el día de hoy.

San Diego de Alcalá disfrutaba en Cogolludo de mucho prestigio a causa del Monasterio que los franciscanos tenían establecido en la villa desde 1557. Los frailes difundieron la fama de santidad y milagros del santo en Cogolludo. Esta fue una de las razones principales para instaurar la Cofradía en el Monasterio. Pese a que ya no existen la Cofradía, ni el Monasterio, si se conserva un cetro, que data del año 1758. Lo porta, desde siempre, un concejal del Ayuntamiento en la fiesta de San Diego y en la del Corpus Christi. Este año le ha correspondido a Sandra Martinez.

TEMAS RELACIONADOS:


Noticias relacionadas