OPINIÓN

Carta semanal del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara : Desde la intimidad con Cristo

Miércoles 07 de septiembre de 2022
La preocupación por el impulso de la nueva evangelización aparece insistentemente en el magisterio de los últimos papas. Secundando sus orientaciones y teniendo en cuenta la realidad de secularización e indiferencia religiosa que afecta a muchos bautizados, durante estos últimos años en nuestra diócesis hemos procurado aplicar nuevos métodos pastorales para dar un nuevo impulso a la acción evangelizadora de la Iglesia.

Ahora bien, estos nuevos métodos evangelizadores quedarían en simples transformaciones estructurales si no se produce al mismo tiempo una profunda conversión a Dios y una renovación del ardor misionero de los evangelizadores. Si no logramos ser contemplativos en la acción, no podremos llegar con el testimonio y con el anuncio de la Buena Noticia a los que viven desorientados y vacíos de Dios.

Sin la vivencia gozosa de la propia vocación, mediante el crecimiento de la adhesión a Jesucristo en la oración, en la escucha de la palabra y en la formación integral y permanente, resulta imposible salir en misión al encuentro de los hermanos para mostrarles el amor y la salvación de Dios. Esto quiere decir que, para poder evangelizar en estos momentos de increencia y de rutina en la vivencia de la fe, es prioritario que revisemos nuestra vida espiritual y nuestra relación con Jesucristo, pues la misión evangelizadora nace y permanece viva a partir de la intimidad con él. Los cristianos en la oración no solo alabamos y damos gracias a Dios por los beneficios recibidos de su infinita misericordia, sino que estamos llamados también a escuchar y acoger la llamada de Jesucristo a estar con él, a permanecer en su amor y a salir en misión para mostrar su entrega incondicional y su proyecto de salvación para todos los hombres.

La indiferencia religiosa de muchos hermanos y el alejamiento de la Iglesia de otros nos sitúa ante una nueva etapa evangelizadora. Para afrontar este nuevo momento, es preciso que secundemos la acción del Espíritu Santo y que acojamos sus dones con un corazón libre y bien dispuesto. Solo el Espíritu puede renovar nuestro ardor misionero, ayudándonos a dar pasos en la necesaria conversión personal y pastoral.

Todos somos conscientes de que la evangelización no depende tanto de nuestros esfuerzos e intuiciones, sino de la acción del Espíritu en nosotros y en el corazón de nuestros hermanos. En la evangelización el testimonio de vida y el anuncio de Cristo deben ir unidos. Con estos dos pulmones debe respirar toda comunidad cristiana para ser auténticamente misionera y para dar testimonio de Jesucristo en cada instante de la vida.

A imitación del Buen Pastor, que da la vida por las ovejas y que las precede en la búsqueda de buenos pastos, solamente si escuchamos, invocamos y acogemos la fuerza impetuosa del Espíritu Santo, podremos superar las tentaciones del cansancio, del desánimo y de la mundanidad para cuidar con celo apostólico a quienes permanecen en el redil y para salir con nuevo ardor misionero al encuentro de quienes viven en las “periferias”.

Con mi sincero afecto y bendición, feliz día del Señor



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