OPINIÓN

Carta semanal del obispo: “Dios salva por medio de la iglesia”

Miércoles 25 de abril de 2018

La Sagrada Escritura afirma que Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Jesucristo, a lo largo de su vida y, especialmente, en su muerte y resurrección, llevó a cabo la salvación de todos los hombres, aunque ésta tenga que aplicarse a cada ser humano durante su peregrinación por este mundo.


Pero, tendríamos que preguntarnos: ¿Dónde y cómo podemos recibir esta salvación? El lugar donde recibimos la salvación realizada por Jesús es la Iglesia, comunidad de aquellos que, habiendo sido incorporados al nuevo orden de relaciones inaugurado por Cristo en virtud de su resurrección, pueden recibir la plenitud del Espíritu de Cristo.


La Iglesia de Jesucristo no es sólo una realidad social o histórica, sino que lleva a cabo el designio de salvación del Padre, cumplido en Jesucristo de una vez para siempre, mediante la acción del Espíritu Santo. Esta salvación va penetrando y haciéndose visible en la historia de la humanidad por medio de la Iglesia que, como nos recuerda el Concilio Vaticano II es “sacramento universal de salvación”.

Jesucristo es siempre el Señor, la cabeza y el fundamento de la Iglesia. Él la dirige y la alimenta con su vida divina. Por eso, la Iglesia no deja de vivir de la gracia y del amor de su Señor, que siempre sale al encuentro de sus hermanos para ofrecerles perdón, gracia y salvación. Los cristianos nacemos y crecemos como hijos de Dios en el seno de la Iglesia mediante la actuación y los dones del Espíritu Santo.

Cristo resucitado, Salvador de los hombres, está siempre presente en su Iglesia y actúa en ella con la fuerza del Espíritu, para que su salvación pueda ser percibida y acogida por todos los hombres de todos los tiempos. El Señor lleva así a cumplimiento la promesa que hizo a los apóstoles, al enviarlos en misión hasta los confines de la tierra: “Sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20)

Por medio de los sacramentos, instituidos por Jesucristo, la Iglesia ofrece hoy a todos los hombres la posibilidad de participar de la salvación de Dios, de su vida divina. Los gestos de curación y las palabras de Jesús, después de su resurrección y ascensión a la gloria del Padre, continúan hoy vivos para nosotros a través de los gestos y palabras de la Iglesia. De este modo, la fuerza santificadora de Jesucristo se hace presente y eficaz para cada ser humano por la constante acción del Espíritu Santo en los sacramentos.

Esto quiere decir que quienes hemos sido injertados en la vida de Cristo resucitado e incorporados a su Iglesia por el sacramento del bautismo, necesitamos prepararnos espiritualmente para recibir los demás sacramentos, pues por medio de ellos somos invitados a vivir la misma vida de Dios en cada instante de la vida. La comunión con Cristo resucitado tiene que impulsarnos a establecer una nueva relación con Dios, con los hermanos y con la creación.

Con mi sincero afecto y bendición, feliz día del Señor

Atilano Rodríguez, Obispo de Sigüenza-Guadalajara


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