OPINIÓN

Carta semanal del obispo: “Peregrinos con María”

Martes 25 de abril de 2017

Este año celebramos el centenario de las apariciones de Fátima. Con este motivo, después de las consultas pertinentes, he considerado oportuno solicitar a los responsables del Santuario la cesión de una imagen peregrina de la Santísima Virgen para que recorriese las distintas zonas de la diócesis. Así, como los pastorcillos, todos podremos experimentar que Dios tiene con nosotros designios de misericordia, amor y perdón, si no ponemos obstáculo a sus gracias con nuestras ingratitudes y pecados.

Con el visto bueno del Rector del Santuario, la imagen estará entre nosotros, desde el día 1 hasta el 31 de mayo. Durante este tiempo, dedicado por la Iglesia a la veneración especial de la Santísima Virgen, la imagen recorrerá parroquias, santuarios, conventos y arciprestazgos de la diócesis. De este modo, mediante el encuentro personal y comunitario con la imagen peregrina, podremos experimentar el amor maternal de la Santísima Virgen, su fidelidad a la voluntad del Padre celestial y su poderosa intercesión en favor de todos los hombres.

Tres eran las razones para solicitar esta presencia de la imagen de la Virgen de Fátima en nuestra diócesis. En primer lugar, está la necesidad de mantener viva la devoción mariana en todos los diocesanos como camino seguro para el encuentro con Jesucristo resucitado. Como buena Madre, María no quiere ni desea nada para sí. Ella siempre orienta la mente y el corazón de todos los hombres al encuentro con su Hijo, como hizo con los sirvientes de la boda de Caná. Con su presencia maternal en medio del pueblo cristiano está garantizada la alegría, la esperanza y la respuesta a los problemas de la vida.

En segundo lugar, teniendo en cuenta los objetivos del Plan Pastoral Diocesano, este año estamos profundizando en la urgencia de impulsar la actividad caritativa y la dimensión social de la fe en todas las comunidades parroquiales, como aspecto fundamental para el impulso de la nueva evangelización. María, con el testimonio de su vida, nos enseña a salir al encuentro de los más necesitados para acompañarles en la solución de sus problemas y nos impulsa a elevar la acción de gracias al Padre celestial porque Él sigue derribando de sus tronos a los poderosos de la tierra y exaltando a los humildes.

Finalmente, la presencia de la imagen peregrina de la Virgen en las distintas comunidades de la diócesis tiene que ayudarnos a descubrir la actualidad y vigencia del mensaje de Fátima. La invitación a la penitencia, a la participación frecuente en los sacramentos, a la oración por la propia conversión y por la conversión de los pecadores, así como el rezo del Santo Rosario, son medios necesarios para avanzar en el camino de la santidad, para el logro de la paz en el mundo y para experimentar que María peregrina a nuestro lado durante la peregrinación por este valle de lágrimas hacia la Jerusalén celestial.

La contemplación del amor misericordioso de Dios, síntesis del mensaje de Fátima, y la celebración de este amor en los sacramentos nos ayudarán a abrir el corazón a la esperanza en medio de las manifestaciones de dolor, pobreza y pecado, presentes en nuestro mundo. Ante la historia de sufrimiento de tantos hombres y mujeres en distintos rincones de la tierra, María, encarnación de la misericordia de Dios, nos ofrece su amparo maternal y nos dice: “No te desanimes. Yo jamás te abandonaré. Mi inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá hacia Dios” (Memorias 175).

Con su respuesta generosa a la propuesta del ángel y con su testimonio de fe, María nos recuerda que Dios, Padre misericordioso, nos espera a todos sus hijos con los brazos abiertos para hacernos partícipes de su vida para siempre. Para ello, sólo es necesario que abramos nuestro corazón a la gracia de Dios y respondamos con generosidad a sus constantes llamadas a la conversión y al cambio de vida.

Con mi sincero afecto y bendición, feliz día del Señor.

Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara

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