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INTERVIU Hartos de los secuestradores de pisos

REDACCION | Miércoles 01 de febrero de 2017
Redes de ocupas venden llaves de portales y mandos de apertura de garajes por 400 euros, y por 500 proporcionan contratos falsos de alquiler con los que los intrusos se hacen fuertes en pisos vacíos de toda Mallorca. Así fuerzan a sus propietarios a negociar y pagar para recuperar las viviendas. Los vecinos reaccionan colocando puertas antiocupas, tapiando ventanas, contratando vigilantes u organizando ellos mismos brigadas de alerta.

Andreu Sansó Simón se compró su primera vivienda con 40 años. Un piso de 76 metros cuadrados en el centro de Palma de Mallorca; 72.000 euros por un cuarto sin ascensor. Era finales de agosto cuando encontró el inmueble y se decidió a comprar. Hasta que completó el papeleo con el banco (tasación y firma de hipoteca) pasaron algo más de dos meses. El 24 de noviembre, por fin, acudió a su casa como propietario, con las llaves en la mano, un metro para tomar medidas y su primera caja de la mudanza.

“Estaba muy ilusionado. Abrí el portal sin problemas pero en mi piso la llave ni entraba. Llamé a la inmobiliaria y me dijeron que venían a ver qué pasaba”, recuerda Sansó. Al rato, el agente le dijo que fuese a la casa con las escrituras.

Comenzó la pesadilla de Andreu. Su piso había sido ocupado. Dentro, una familia con tres niños esgrimía un contrato de alquiler que, supuestamente, les autorizaba a vivir en el inmueble. “Era falso. El de la inmobiliaria no dejaba de decirles que el dueño era yo y no el que figuraba en ese papel”, recuerda Sansó.

Llamaron a la Policía Nacional, que les dijo que no podían hacer nada más que identificar a los ocupantes. El propietario presentó una denuncia. “El abogado me dijo que podía tardar más de un año en salir el juicio y que les desalojaran. Estuve un mes encogido del susto, de la impotencia. Había dejado el piso de alquiler en el que vivía y me encontré que no tenía dónde dormir. Tuve que ir a casa de mi madre”, cuenta.

El pasado 28 de diciembre, finalmente los ocupas dejaron el piso de Andreu Sansó.

“Abonaron un rescate para que la familia se fuera. No sé si fue el banco (anterior dueño del inmueble) o la inmobiliaria la que pagó”, añade. En la inmobiliaria Casaktual, la vendedora, no dan detalles de la operación pero sí reconocen que puso en marcha su protocolo antiocupas. “Se repite tanto que nos ha obligado a tener medidas preparadas”, reconocen.

Cuando por fin pudo entrar, Sansó se encontró con una casa sucia. “El suelo estaba pegajoso como el de un bar de copas a las cinco de mañana; y el baño, repleto de porquería; no tenían agua ni para tirar de la cadena; y la luz la tenían pirateada en la escalera”, describe este administrativo. Es “poco más que mileurista” y reconoce que le cuesta recuperar la ilusión por su primera casa.

Mafias organizadas

Dos pisos más abajo, en el mismo edificio palmesano de la calle Tomás Forteza, vive Luis García desde hace cuatro décadas junto a su hermana. Cronista espontáneo de escalera, asegura que además de los ocupas que acabaron por marcharse del piso de Sansó, en el 3º C sigue una ocupa. Al otro lado de la puerta de ese piso se oye la televisión y un perro que ladra. Nadie abre. “Entraron de madrugada, y no nos enteramos hasta tres meses después de que estaban allí. Intentaban hacer el menor ruido posible y eran muy finos, saludaban... No sé de dónde sacan las llaves del portal, creo que detrás hay mafias”, explica el vecino.

Mateo Juan, abogado del bufete Buades, también apunta a bandas organizadas que comercian con pisos que permanecen vacíos largos periodos.

“Los bancos se han convertido en dinosaurios inmobiliarios por la cantidad de propiedades que han llegado a acumular. Algunas ni saben los activos que tienen”, expone el letrado, que representa legalmente a una entidad financiera. El proceso entre el lanzamiento, inscripción de la titularidad, vaciado, puesta a punto y comercialización se alarga y eso facilita la ocupación.

Este letrado mallorquín denuncia la proliferación de contratos ilegales e inquilinos falsos que, cuando se les pregunta, en realidad ni siquiera saben responder al número de habitaciones que tenía su supuesto hogar.

”Presentan papeles y arrendatarios de mentira para reclamar derechos y sacar dinero a los bancos. He llegado a encontrar el mismo supuesto ocupa en dos juicios diferentes en una semana”, mantiene. Hay propietarios que al perder su casa, por frustración, facilitan la ocupación tras el lanzamiento.

Los rescates, que Mateo Juan reconoce que se pagan, se abonan para preservar la vivienda y buscar alternativas a los impopulares desalojos que, manifiesta, “tienen un negativo impacto social para el banco”. 2.500 euros es el rescate máximo que ha trascendido.

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