La Columna de Economía de Arturo García
Miércoles 22 de octubre de 2014
En las últimas semanas estamos viviendo acontecimientos que se están acelerando en los últimos días, en época de vacaciones, cuando todo debería estar en calma. Estados Unidos ha sufrido una bajada histórica de su rating. Han sido los propios políticos de ese país quienes han provocado la llamada de atención sobre su deuda, y quienes han esperado a las últimas horas para incrementar el techo de su deuda pública (en este país hay división de poderes, algo a lo que no estamos acostumbrados). La contrapartida exigida es que debe haber reducciones en el gasto público a futuro. Entienden que un país, al igual que una familia o una persona, no puede tener permanentemente unos gastos superiores a los ingresos, lo que resulta en una deuda cada vez mayor. Quieren equilibrar sus gastos y sus ingresos. Que Estados Unidos tenía que aprobar el incremento del techo de la deuda se sabía hace tiempo. Lo novedoso es que se ha aprobado un plan de reducción de gastos, aunque sea preliminar y falte por concretarse. ¡Bien hecho! Conseguirán, por ejemplo, no depender de los chinos, que son los grandes compradores de deuda pública en el mundo de hoy, con poder para quebrar estados en cuando se lo propongan. No olvidemos esto. SIGUE
En Europa, Grecia sigue avanzando de victoria en victoria hasta la derrota final (cambien “victoria” por “plan de rescate”, y “derrota final” por “quiebra”). Mientras tanto, nosotros les estamos prestando centenas de miles de millones de euros a un tipo de interés bajísimo. No sé si esto es prudente, me parece que no, y puede que termine trayendo peores consecuencias para la eurozona que simplemente reconocer la insolvencia de Grecia.
Si Grecia impaga, no tiene por qué resultar en algo apocalíptico para el Euro. De hecho, Grecia ya ha impagado, así es reconocido en la comunidad financiera internacional, y el Euro no se ha hundido, y mucho menos la economía de los países solventes de la zona Euro. Es igual que si el Estado de Minnesota impaga su deuda; estoy seguro que no significaría el fin del dólar estadounidense. No es el mejor escenario, pero no significaría el final de la economía estadounidense. Y a lo que vamos en la práctica, que son las alternativas que tenemos partiendo de la situación actual, podemos reconocer la insolvencia de Grecia, o seguir poniendo dinero bueno sobre dinero malo. Lo preferible es que Grecia no sea insolvente, pero esta alternativa ya no es real en la práctica.
La prima de riego de Italia ha superado a la de España, algo lógico teniendo en cuenta las cifras macroeconómicas de ambos países.
Algunos tachan estos movimientos de especulativos y culpa de los inversores caprichosos internacionales. Esto es demagogia: si alguien compra deuda es un “inversor”, y cuando la vende o no la compra es un “especulador”. Además, es ridículo: los cientos o miles de inversores internacionales no se comportan al unísono de forma caprichosa siguiendo comportamientos erráticos. Lo que subyace es una aversión al riesgo, como comportamiento pendular a la falta de aversión durante los últimos años. No es que este comportamiento pendular sea ejemplar, pero el temor a una deuda elevada es sano.
Y este temor se basa no sólo en cifras macroeconómicas (España no las tiene malas), sino también en comportamientos y sensaciones que se transmiten, y aquí España puede mejorar. Lo que debemos hacer es seguir poniendo en marcha reformas que impliquen un mayor equilibrio en las finanzas públicas. Es el único camino. Va a ser doloroso, pero el no hacerlo será peor.
Fdo.: Arturo García