GUADALAJARA

El Museo del V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Pastrana abrirá sus puertas en julio

Ha concluido ya la primera fase de las tres en que está dividido el proyecto

Jueves 14 de mayo de 2015
La musealización del Convento del Carmen hasta su conversión en el Museo del V Centenario de Santa Teresa de Jesús avanza a buen ritmo. El futuro Museo, cuyas obras comenzaron a mediados de noviembre, ha completado prácticamente dos de las tres fases de actuación de un proyecto que se hizo posible gracias a la firma de un convenio entre el Ayuntamiento de Pastrana y los Frailes Franciscanos, propietarios del edificio cuyo uso cedieron para este fin.

En primer lugar se emprendieron trabajos en la estructura y estado de conservación de la nave principal del convento. Consistieron en la reparación de su cúpula, eliminación de humedades, y mantenimiento y pintado general del que será el principal espacio de exposición del Museo V Centenario. En cuanto fue posible, en marzo pasado, un equipo de profesionales de la empresa Artico, especializada en restauración de patrimonio, compatibilizó el final de las obras con el inicio de su minuciosa labor sobre las tallas, lienzos y los dos retablos menores en las capillas laterales de la nave en un total de 45 piezas.

Después de siete meses intensos de trabajo, la previsión es que a principios de junio se pueda iniciar la instalación de paneles explicativos y la distribución de los espacios, para abrir las puertas del Museo del V Centenario de Santa Teresa en el mes de julio. “La musealización ha sido concebida para transmitir el mensaje de las fundaciones de la Santa Teresa en Pastrana”, explica el alcalde de la villa ducal, Ignacio Ranera.

De esta manera, la antigua iglesia y el claustro del Convento del Carmen se transformarán en un único espacio artístico: el Museo del V Centenario del nacimiento de la doctora de la Iglesia. Entre sus muros se exhibirán las valiosas obras de arte que atesora allí la orden carmelita: pinturas del artista napolitano Lucas Jordán, esculturas del granadino Pedro de Mena, óleos del pintor barroco Francisco Ricci, pinturas de Alonso de Arco, Regino Páramo, Juan Carreño de Miranda y el doliente Cristo de la Verdad, sin duda la mejor pieza del Museo, cuyo autor es el artista lucense Gregorio Fernández, uno de los grandes maestros de la escultura religiosa en madera policromada, que dotó de una anatomía perfecta a este crucificado.

Estas obras se suman a los recuerdos Carmelitanos, la orden de la Santa, y los Franciscanos, varios retratos de la abulense y una colección de seis grandes óleos históricos que narran la fundación teresiana en Pastrana. Esta serie, que adquirirá un protagonismo especial en el Museo, ha sido ya restaurada por completo, puesto que formaba parte de las 45 piezas sobre las que Artico está aún interviniendo.

Aunque se hallaban en buen estado de conservación tras ser reentelados en 1991 y montados en nuevos bastidores, con motivo del IV Centenario de la muerte de San Juan de la Cruz, la rehabilitación de la serie le ha devuelto profundidad y rescatado algunos detalles de las composiciones originales. “En estos óleos hemos llevado a cabo reintegraciones de color en aquellas lagunas o faltas de policromía que presentaban los lienzos. En los que presentaban un mejor estado de conservación, simplemente hemos asegurado que no virase ninguna reintegración, por un deterioro del barniz, por ejemplo”, explica Alejandro Pajares, responsable del equipo de restauración.

Las reintegraciones de color exigen un proceso minucioso y delicado. “Las faltas se estucan y rellenan con color, de manera que el espectador perciba la obra sin que moleste la pérdida de soporte, pero permitiendo que se pueda diferenciar la actuación contemporánea. Nuestro trabajo debe ser discernible, fácilmente reversible y estable”, prosigue.

La colección inmortaliza a Santa Teresa recibiendo la orden de fundar en Pastrana, a Ruy Gómez de Silva entregando la ermita de San Pedro –se trata del único retrato del Príncipe de Éboli que se conserva en Pastrana-, a Santa Teresa entregando el hábito a Juan Narduch y Mariano Azzaro, los dos primeros frailes de los que se valió la religiosa para llevar a cabo la fundación del convento en el verano de 1569. O también, la profesión de estos dos ‘Descalzos de Pastrana', a Fray Juan de la Cruz predicando a los novicios y a Fray Ambrosio Mariano comunicando a la Santa un sueño profético. Son auténticos periódicos de la época.

Las dos tallas de mayor valor artístico de la colección del Museo, El Cristo de la Verdad, de Gregorio Fernández, y El Cristo Yacente, atribuido a su taller, también están siendo restauradas en estos días. “Los brazos de El Cristo de la Verdad estaban desencolados y agrietados y había incluso alguna rotura, que hemos consolidado y limpiado. También presentaba lagunas de policromía, que hemos estucado, nivelándolas después, para reintegrarlas mediante puntillismo o superposición de puntos de color”, informa el restaurador.

La limpieza de las tallas se lleva a cabo con una mezcla de disolventes controlando siempre que el PH sea neutro para hacerlo así inocuo para la obra de arte. Por último, se aplica un barniz protector sobre el conjunto. “Documentamos todo el proceso detallando sobre fotografías en alta resolución de las obras el mapa de daños que nos encontramos y la solución aplicada en cada caso”, prosigue Pajares.

Los dos retablos menores, sobre todo el que alberga al Cristo de la Verdad, presentaban muy deteriorada tanto la capa de preparación como el baño de oro superficial, “posiblemente debido a la humedad del ambiente”. En este caso, los restauradores están acometiendo en primer lugar una fase de sentado, “que llevamos a cabo utilizando cola orgánica fabricada con retales de pieles, huesos y cartílagos de animales, utilizando el mismo adhesivo con el que estaba aglutinada originalmente la capa de preparación que recibe el baño de oro”.

Los artistas inyectan con jeringuilla el producto adhesivo en todas las craqueladuras para proceder después al sentado de las capas de protección movidas o levantadas. Una vez consolidado el conjunto, se procede el estucado y a la limpieza, que se acomete de nuevo utilizando productos químicos inocuos para la obra de arte y respetando siempre la pátina, porque “en las policromías no se pueden actualizar nada”. En la parte final del proceso, se aplica una capa de protección.

Las últimas fases de los trabajos de restauración se harán coincidir con la musealización de los espacios expositivos, siendo el cardinal la nave principal, y quedando como adyacente el claustro del Convento. La musealización del conjunto lo dotará de modernos paneles y un sistema audiovisual que ubicará al visitante en el contexto histórico del lugar y le permitirá conocer en profundidad las fundaciones de Santa Teresa en Pastrana. Para una futura actuación ha quedado pendiente la restauración de los tondos de la cúpula principal y el retablo mayor.

Las obras tienen un coste de 176.000 euros. De ellos, 128.000 euros los asume el Grupo de Desarrollo Local Fadeta y 48.000 euros, el Consistorio pastranero, que solicitará también la participación de la Diputación Provincial de Guadalajara en el mantenimiento económico del Museo.

Convento del Carmen: “La mirada fundacional”

El Museo del V Centenario también quedará integrado dentro del itinerario turístico, cultural y religioso ‘La Mirada de Teresa de Jesús’, una ruta que camina sobre los pasos de una de las principales figuras de la Iglesia y que transita sobre las huellas que Teresa de Cepeda grabó en la villa ducal.

La visita al Museo supondrá adentrarse en la mirada fundacional. No en vano, Pastrana fue el único lugar donde la santa fundó al mismo tiempo dos conventos. El del Carmen es la historia de un éxito fulminante. En él, San Juan de la Cruz fue maestro de novicios. Se mantuvo como noviciado de la Orden Carmelita hasta la Desamortización de Mendizábal en 1836, que acabó con la presencia carmelita en la villa ducal. En 1855, el convento fue ocupado por la orden de Franciscanos Misioneros de Filipinas. Entre sus muros, estableció un colegio para la formación de religiosos, que después iban a evangelizar a Oriente Próximo.

Curiosamente, de aquellos viajes, llegaban con piezas de arte verdaderamente sobresalientes que han ido configurando el patrimonio actual del Museo de Ciencias Naturales de Pastrana: conchas, tallas, curiosidades filipinas… que componen un aliciente artístico y científico añadido, contiguo al que muy pronto se podrá disfrutar en el futuro Museo del V Centenario.

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