OPINIÓN

Tras ZP, el desierto

La Opinión de Andrés Aberasturi

A.aberasturi

Andrés Aberasturi | Miércoles 22 de octubre de 2014
Existen dos posibilidades: que nadie quiera hacerse cargo de la herencia o que la reclamen demasiados. Pues en eso está el PSOE para desgracia suya y de España. En Cataluña, tras la dimisión, harto ya de estar harto de Pere Navarro, todos en el PSC hacen como que hablan por el móvil igual que las folklóricas cuando bajan del AVE, para pasar lo más desapercibidos posible. Nadie quiere esa fruta que dejó envenenada una tal Montilla con su tripartito a las órdenes del cada vez más increíble Rodríguez Zapatero. SIGUE

¿Y qué pasa en el PSOE? Pues justo lo contrario, es decir, lo mismo: que desconocidos personajes (al menos para la mayoría de los españoles y me temo que habría que incluir también a los votantes socialistas) se presentan ansiosos a una secretaría general de la que huyen –por el momento- los y las mejor colocados y colocadas. Son el banquillo del banquillo, dicho sea con todos los respetos para unos y para otros. Y el problema –ya sé que me pongo pesado- viene tambien de Rodriguez Zapatero.

Cuando antes, frente a Felipe González y a la vez junto a él estaba Alfonso Guerra y al menos una docena de críticos de mucho recorrido y otra docena de no-críticos con un bagaje al menos de peso. No hace falta citar nombres.

Y llegó ZP con sus gabinetes de fotografía, sus gobiernos de altavoces que no de ministros y sus pintorescos asesores. Perdió. Se fue. No dejó nada salvo la negación de la crisis y el desierto en el partido. Sólo el eterno Rubalcaba fue capaz de tomar la antorcha que era ya una pura ruina y corrió los últimos kilómetros como pudo.

¿Qué saldrá de todo esto? Que nadie se engañe: un PSOE descompuesto es malo para todos, incluido el PP.

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