OPINIÓN

Bienvenido, don Atilano

LA opinión

Antonio Herráiz

Miércoles 22 de octubre de 2014
El primer viernes de cada mes en la capital es viernes de Cocido Taurino. En el último cónclave, Manolo López, uno de los encargados de mantener viva tan sana costumbre -la de comer y hablar de toros- emplazaba al cura Jesús Mercado a convocar al nuevo obispo de Guadalajara para compartir mesa, mantel y palabra con este selecto grupo de aficionados.

Atilano Rodríguez, que así se llama el flamante prelado, viene de una de las tierras más taurinas de España: la provincia de Salamanca. Y es que Don Atilano ha sido ocho años obispo de Ciudad Rodrigo, cuna de las ganaderías bravas del campo charro y famosa por su peculiar carnaval del toro. Me cuentan que a monseñor Rodríguez, sin ser un gran aficionado, le gustan los toros. Le va a venir bien porque los designios de la Iglesia le han puesto frente a un morlaco complicado: la diócesis de Sigüenza-Guadalajara. A Atilano no le falta experiencia y sabe lo que es desarrollar su labor pastoral en una zona donde el medio rural se desangra. Aquí le esperan un total de 471 parroquias, la mayoría distribuidas por pueblos perdidos y abandonados no de la mano de Dios pero sí de una administración que sólo pone su mirada donde hay muchos votos que rascar. Desde estas líneas, mis mejores deseos. A los que he preguntado y le conocen me dicen que es un tipo campechano y dialogante. Se marcha don José Sánchez, obispo de esta diócesis durante los últimos 20 años. Y se va con un balance que refleja muchas más luces que sombras. Por eso, es de bien nacidos ser agradecidos. Si algo ha hecho monseñor Sánchez en estas dos décadas ha sido querer y ayudar como nadie a esta provincia y a sus gentes. Deja el obispado un guadalajareño más.◆

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