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Recordando la trilla, en la Semana Cultural de Tamajón

Recordando la trilla, en la Semana Cultural de Tamajón

Los niños agalloneros, a lomos de nueve borriquillos, deshicieron una parva a la antigua usanza, siguiendo los consejos de sus abuelos.

Por REDACCION
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redaccionguadanewses/9/9/19
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:14h

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El Ayuntamiento de Tamajón, unos días antes de la celebración de las fiestas patronales en honor a la Virgen de los Enebrales, organiza una semana cultural, que se ha visto revitalizada por la apertura del Centro Social en el año 2012. SIGUE
En la correspondiente al año 2014 han destacado tres eventos: la representación por parte de los Cómicos de El Casar de la obra de teatro España 1900, la presentación del libro “Tamajón en la Edad Moderna”, obra del historiador Aurelio García López, ambas en el nuevo Centro, y la recuperación de la trilla, que los mayores del pueblo mostraron con todo lujo de detalles a los niños, ahora que todas las casas de la localidad están llenas de agalloneros con motivo de las fiestas y del frescor del verano serrano.

Para recordarla, llegaron de Avila nueve borriquillos. En las eras de la Nava Grande, como fuera costumbre antaño, se amontonaron los haces de cebada, y se hizo la parva. Así se llamaba a la montonera de mies antes y después de la trilla, que después había que seleccionar, primero aventándola, todavía así la primera parte del siglo XX, y después con una máquina “arbeladora”, ya a partir de los años 40.

Los trillos los solían traer en carro para vender desde Cantalejo y Riaza, en Segovia. La labor comenzaba a finales de junio, con la siega y recolección de la cebada, más temprana, y continuaba hasta poco más allá del día de Santiago, ya con el trigo, más tardío.

A la faena, a diferencia de a los trilladores, le venía muy bien el calor, cuanto más mejor, porque así se tostaba la mies y se separaba mejor el grano de la paja. Cada trilla prensaba machaconamente unos cien haces de cereal. Todos estos detalles fueron los que los abuelos les contaron a sus nietos, que se lo pasaron en grande dando vueltas y más vueltas a la parva sobre el trillo tirado por los dóciles animales, desde las once de la mañana hasta la una y media de la tarde.

Al día siguiente una nutrida comitiva agallonera marchó al sabinar. Los niños, alternándose, lo hicieron a lomos de los burros. Allí, un guía turístico explicó cómo se forman las curiosas cavidades y chimeneas que a lo largo de siglos de erosión dieron lugar a la Ciudad Encantada de Tamajón

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