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Sigüenza se une al calor de San Vicente

Sigüenza se une al calor de San Vicente

Los músicos que actuan hoy en el XXVII Certamen de Dulzaina José María Canfrán, le ponían anoche la banda sonora a la víspera de la fiesta patronal de la ciudad

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:14h

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Hoy hace 890 años que el Obispo Francés, Don Bernardo de Agén reconquistó la ciudad de Sigüenza, el 22 de enero de 1124, consagrando la ciudad al santo del día, San Vicente Mártir. En espera de que comience la Misa hoy por la mañana, que según está anunciado presidirá el Obispo Don Atilano Rodríguez, y el XXVII Certamen de Dulzaina José María Canfrán, por la tarde, la ciudad vivía anoche intensamente la víspera. SIGUE
Desde el lunes, día 13 de enero, y hasta ayer mismo, los feligreses rezaron la novena, cantaron los gozos del santo, y todos aquellos que quisieron, besaron la reliquia que se conserva en el templo románico.

Originariamente, era la fiesta del Barrio de San Vicente, poblado por gente sencilla, que celebraba la onomástica en la Iglesia y Plaza homónimas con gran devoción, invitando al resto de la ciudad a compartirla. En años pretéritos, sus vecinos aprovechaban los rescoldos para asar patatas o chorizos. De entre el calendario de festejos local, la de San Vicente quizá sea fecha más esperada por los seguntinos. Es seguro que es la más íntima, la más sentida.

Muchos fueron los que se calaron las boinas con el nombre del patrón doncelino de camino a la Travesaña Alta. Del mismo corazón de la ciudad procedían los sonidos de la dulzaina y el tamboril, porque no hay fiesta de San Vicente sin su música, como tampoco la hay sin las rosquillas del Santo, o la hoguera. Cualquier programa, por antiguo que sea, recoge entre sus epígrafes la participación de ambos instrumentos.

Con seguntina puntualidad, a las 19:00 horas, el párroco de San Vicente, Jesús Montejano, bendijo las rosquillas del Santo que un repostero local había preparado para la ocasión por encargo de la Cofradía. “El confitero lleva ya varios años haciéndolas. Le tiene cogido el gusto del pueblo, y para él es coser y cantar”, decía ayer uno de los hermanos cofrades. A continuación se ponían a la venta en la casa que hay justo enfrente de la parroquia, en el número 6 de Travesaña Alta. Cientos de personas se acercaban a comprarlas en ordenada procesión, desfilando por la puerta, de las antiguas, de madera y de doble hoja, antes de acercarse al calor de la hoguera. Con los beneficios se sufraga una parte de los gastos de la Cofradía.

Y mientras el frente nuboso ya jarreaba por Guadalajara y aún más arriba, el hermano mayordomo y los cuatro hermanos menores le prendían fuego a la elegante pira de madera que la Brigada Municipal y los voluntarios cofrades habían colocado en el mismo centro de la Plaza del Santo. La presidía un pino de mediano tamaño, adornado de naranjas, una curiosa costumbre sobre la que se elucubran dos orígenes diferentes. Una teoría dice que las naranjas eran de las pocas “golosinas” que podían probar los niños del pasado. Otra cuenta que son un homenaje al Santo, que fue torturado y quemado en Valencia.

La ciudad rodeaba la hoguera, convirtiendo los cuatro grados de temperatura que hacían, en más de 20. Algunos muchachos se atrevían a desfilar frente a las llamas en manga corta. Y mientras el fuego la iba consumiendo, los bailes al son de los gaiteros se acompasaban a la música y a evolución de la hoguera. En cuanto hubo ocasión, los niños comenzaron a ennegrecerse la cara con los tizones.

A los dulzaineros de Sigüenza se le unían todos los que iban llegando para participar hoy en el XXVII Certamen de Dulzaina y Tamboril dedicado a José María Canfrán, el hombre que recuperó la tradición de estos instrumentos en la ciudad, la comarca y en Guadalajara. Maria del Carmen Riesgo, de Cuéllar, Segovia, era una de ellas. “Es un orgullo tocar en fiestas como esta, tan popular, tan de calle”, decía. Didac Palau, de Garrofera Borda, hacía varios años que no tocaba en la ciudad, “a la que siempre es un placer volver”. El gaitero valenciano afirmaba ayer que “la dulzaina es la que lleva la fiesta a los pueblos”.
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